jueves, 19 de marzo de 2015

Tres artículos de prensa: tristeza, ternura y maravilla

Sala de prensa
1. Tristeza: PCE, quien te ha visto y quién te ve
Cuando hoy he leído esta noticia, me he quedado triste y avergonzado. Yo aprendí en el PCE a amar mi tierra navarra (cuando se gritaba eso de "Nafarroa Euskadi da!") y el amor a España. Fuimos los primeros de la izquierda que sacamos la bandera española constitucional, la rojigualda, a las calles pamplonesas. Luego, en cambio... También me enseñaron que el enemigo a batir era, sobre todo, ETA. Ya no recordaba la nefasta evolución posterior del que fue mi partido.
HACE 25 AÑOS DOMINGO
1990 El PCE favorable a integrar Navarra en Euskadi
El PCE propugnaba la negociación con la organización terrorista ETA y la unión de Navarra y Euskadi “en una sola comunidad”. Así constaba en un documento aprobado por las direcciones nacional y vasca de los comunistas, que fijaba la posición del partido sobre los “problemas prioritarios del País Vasco”. El PCE defendía que en el marco del proceso de negociación se debatiese, no sólo “el fin de la violencia”, sino también “la incorporación de los etarras, sin excepción, a la vida civil”.   
2. Ternura: Pello Urquiola, bertsolari
Pello Urquiola, Silvestre Zubítur... son "los resistentes de Leiza". Navarros, euskaldunes y españoles. Todo eso junto no puede ser. Hasta el punto de que su mera presencia en las calles, en los bares... es, en fiestas, una provocación: miradas hostiles, agresiones verbales...
He oído en mi vida a unos cuantos bertsolaris cantar a la independentzia, a los presos etarras, incluso jalear a la organización genocida. Por eso Pello es un especimen extraño: ¡un bertsolari español! Arraro xamar! Jarraitu horrela, Pello!
La libertad a través de las palabras
He podido leer recientemente el libro ‘Mi Palabra en Bertsos’, publicado en 2007 por Pello Urquiola, quien fuera concejal de UPN en Leiza. No se trata de una obra de gran calidad literaria. Es, símplemente, una compilación de bertsos escritos y cantados por un hombre sencillo del valle de Leizarán, acerca de su vida y experiencia políticas. Pello, criado en una familia de raigambre carlista, cuando comenzó la democracia sólo deseaba servir a su pueblo, y por ello tuvo que sufrir de cerca la muerte de su amigo José Javier Múgica a manos de ETA. Ambos eran compañeros de lista. Desde entonces, Pello ha comparecido en público, en varios lugares de la geografía vasco-navarra, cantando sus vivencias a la antigua manera de bardo. Los bertsos de Pello no gozan de una excelente calidad poética: la libertad de la métrica, así como de la estructura de los bertsos, contrasta, eso sí, con la falta de libertad personal padecidas por su autor, quien redacta, en el dialecto vasco de Leiza, su desahogo. Para ello son sus versos más que suficientes. A fuerza de represión, Pello ha acabado representando al sector más de derechas de su pueblo, con UPN primero, con Derecha Navarra y Española después, y finalmente, con Vox-Navarra, sin perder nunca su identidad carlista. Hoy es un euskaldún muy visible y querido entre los sectores más destacados de la derecha en el viejo Reino. Desde Vitoria quiero dedicarle unas líneas. Yo no soy bertsolari, pero sí un euskaldunzaharra como él, a día de hoy investigador en la Universidad pública vasca. A parte de las coincidencias ideológicas que pueda o no tener con él, sí hay algo que nos une: ambos hemos trabajado de cerca con personas de la Izquierda Abertzale, y hemos sentido (más él que yo) esa falta de libertad de expresión de quien te obliga a aceptar su ideario para ser vasco. Ello ha hecho mucho daño a nuestra tierra, si bien, afortunadamente, las cosas están cambiando. Pido a Pello que no deje de hacer bertsos, ni de compartir sus sentimientos ni visión. Es más: desearía que él mantuviese siempre su pensamiento, a fin de tener, en la construcción de nuestro pueblo, la mayor amplitud de perspectivas posibles, ya que en nuestra sociedad nadie está, ni estará, de sobra.  
AITOR CASTAÑEDA ZUMETA, doctorando en Comunicaciones Sociales por la Universidad del País Vasco

3. Maravilla: Iriberri y Alcántara
Me encanta cómo escribe José Miguel. Dicen que para querer hay que conocer. Y me pregunto: "con todo lo que sabe de Pamplona este plumilla, ¿cuánto tiene que quererla?". Y quien dice Pamplona, dice Manuel Alcántara. Otro que tal. Un hombre curtido en columnas diarias y que vuelve a empezar. ¡Por muchos años a los dos, maestros!

VUELTA DE HOJA
Con los ojos libres de las telarañas del tiempo, cargado de vejez en la piel y de juventud en el alma, Manuel Alcántara ha vuelto a su máquina olivetti de museo, al folio en blanco y a la columna diaria que, para cientos de miles de lectores en media España, entre los que me cuento, es otro pan nuestro de cada día. “Voy a intentar sobrevivirme”, declaraba el domingo en una entrevista que su amigo y “hermano electo”, José Luis Garci hubiera titulado Volver a empezar. Como todos los niños de la postguerra, también Alcántara vive con la sensación de sobrevivirse desde que tuvo sentido de razón, que en su caso fue, además, sentido del verso, de la ironía y de la literatura de distancias cortas, levantando siempre la alfombra de la actualidad para darle la vuelta. Vuelta de hoja tituló un libro de artículos. Regresa Alcántara con su vieja frente nada marchita, eternamente asombrado por el espectáculo del mundo, devorando libros y periódicos. Y regresa acaso con cierta prisa literaria porque piensa, como Caballero Bonald, que somos el tiempo que nos queda. El, personalmente, dice que vivir perjudica seriamente la salud. Por eso prefiere sobrevivir, que es más liviano. Hoy como ayer, mañana y siempre, tiene el gin-tonic entre los artículos de primera necesidad, lamenta que la esperanza de vida se alargue al final y no en medio, y si recuerda la muerte es para decir a los contertulios, que “a todos os ha de tocar”. Desde la ventana de su rincón malagueño, navegante por el ‘azul picasso’ del Mediterráneo, Alcántara contempla la plenitud de cada instante. “Siempre he creído que por el tiempo no pasan los años, y voy a acabar teniendo razón, que es una de las cosas que menos me interesa tener”, escribió en El tiempo justo. Y como el mundo es un pañuelo, pero un pañuelo “que sirve para enjugar las lágrimas del mundo”, el articulista se ha quitado las telarañas de los ojos para volver a tiempo de la gran campaña electoral de 2015. Mayor de edad, de dignidad literaria y de gobierno columnista, Alcántara advertía en pasadas campañas que “el resultado de las elecciones depende de los dubitativos que no saben qué van a elegir”. Ya se estará riéndose otra vez de las fotos de candidatos con niños en brazos o estrechando la mano de ancianos a los que buscan “para el día en el que suelten la garrota y empuñen la papeleta, que cae en domingo, por cierto”. Entre niños y mayores, los políticos se darán una vuelta por algún mercado y se detendrán en “las pescaderías, frente a los besugos que les miran con los mismo ojos que el pescadero, y las almejas que son como castañuelas para el baile del triunfo electoral”. Alcántara triunfa a diario y en el Diario con sus artículos pegados a la actualidad por los que, sin embargo, no pasa el tiempo. Ese tiempo suyo por el que tampoco pasan los años.

PLAZA CONSISTORIAL José Miguel Iriberri

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