Dicen que lo bueno si breve... Pero, en el caso de Josemari Romera, es tan bueno... que da rabia que se acabe
LA VENTANA José María
Romera
ELOCUENCIA
Tú eres como el sol de la mañana... |
Si usted, amable lector,
quiere estar al día en los usos del idioma, no necesita conocer los anglicismos
de moda.
Ni son tantos como se dice
ni es en ellos donde radica la verdadera vanguardia en los usos expresivos.
Ponga su atención en otros términos más cercanos.
No estaría mal que cada vez
que abra la boca empezara diciendo “a ver”: es una muletilla que, dicha en tono
fatigado y como dando a entender que el interlocutor es tonto o abusa de su
paciencia, otorga autoridad, empaque y distinción.
Si quiere ser rotundo,
complete sus afirmaciones con un “sí o sí”.
Si en cambio tiene dudas de
algo, diga que lo está “barajando”, aunque la baraja de sus opciones solo
contenga un naipe.
En el caso de que pretenda
ensalzar, destacar, distinguir o elogiar alguna cosa, póngala “en valor”, y si
ocurre lo contrario, que se niega a admitirla porque va contra sus principios,
no se olvide de mencionar las “líneas rojas”.
No obstante, tampoco sea
inflexible y salga de vez en cuando de su “zona de confort”, pero no a tontas y
a locas, sino procurando llevar una “hoja de ruta” que le asegure el acierto de
sus decisiones.
No transmita, comunique ni
informe: “traslade”, que es lo que se lleva.
En vez de comenzar, diga
“arrancar”, y si en el camino resulta que se le complican las cosas, no se
limite a confesar que la ha liado, sino diga que la ha “liado parda”.
Pero no se preocupe, porque
siempre podrá hacer de la necesidad virtud y jactarse de “seguir creciendo”, o
mejor, de “venirse arriba”.
Así conseguirá empezar a
“empoderarse”, pero no lo logrará del todo hasta que no se “visibilice” adecuadamente,
si hace falta “incendiando las redes” con sus comentarios o dando algún “zasca”
que otro.
Repita una y otra vez estas
palabras, no vaya a ser que quede como “viejuno”.
Salga a la palestra del
idioma a “darlo todo”, pero sin caer en el “postureo”.
Y cuando acabe de hablar,
no diga que pone el “punto final”, sino un incorrecto “punto y final” con el
que habrá demostrado ser un perfecto hablante de nuestro tiempo.
opinion@diariodenavarra.es
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