“No quiero convertir algo tan único en
un negocio”
Mientras algunos de los balcones del
recorrido se alquilan para los encierros, otros vecinos del Casco Viejo no se
lo plantean. Lo mejor que tienen esos balcones -dicen- es poder compartirlos
BEA CIORDIA Pamplona.
Cuando llegan las fechas sanfermineras, hay
quien alquila el balcón de su casa, situada en alguna de las calles por las que
pasa el encierro. Pero también existen vecinos de esta zona del Casco Antiguo
de la ciudad, que prefieren no sacarse unos ahorrillos de esta manera.
San Fermín se ha convertido, desde hace
ya muchos años, en la época dorada para los dueños de los balcones ubicados a
lo largo del recorrido del encierro. Estos ‘miradores ofrecen una vista
espectacular del paso de los toros contra la que ni la televisión, con sus ‘zooms’
y sus cámaras lentas, pueden competir. Los balcones de la Estafeta y de
Mercaderes permiten a sus ocupantes vivir el encierro desde dentro, contagiarse
del ambiente festivo que reina en la parte vieja de Pamplona, sentir los
nervios y el miedo de los corredores mientras esperan la llegada de los toros y
presenciar las cogidas que de vez en cuando, generan gritos de pánico entre los
espectadores de los balcones, que se convierten en auténticos miradores ‘de
altura’.
Gran parte de estos
miradores son alquilados por extranjeros deseosos de ver a los toros correr por
la Estafeta tal y como lo narraba Ernest Hemingway en su obra Fiesta’.
Balcón
que no se alquila
Sin embargo, no todos los propietarios de
balcones deciden poner a disposición del público sus ventanas ‘privilegiadas’.
Una de estas personas es Carmen Sarrías Asín, pamplonesa de 72 años y
propietaria del que quizás sea el mejor balcón para ver el encierro de toda Pamplona.
Situado justo en la curva de Mercaderes, su ventana es de las pocas que permite
ver la Estafeta completa hasta que se pierde en la calle Javier. "Cuando salgo
al balcón, ya sea de día o de noche, siento que tengo oxígeno, y esto es muy
difícil de conseguir en esta zona. Como no tengo ningún edificio delante, la
sensación de libertad es total y ver la Estafeta bajo mis ojos hace que me
emocione cada día”, afirma la pamplonesa, que no se ha perdido ningún encierro desde
1969.
A diferencia de muchos de sus vecinos,
Sarrías nunca se ha planteado la idea de poner en alquiler su balcón porque “es
suyo y de su familia y no quiere que esta tradición se pierda: “Siempre traigo
a mis parientes y a algún que otro amigo, pero nunca se lo alquilaré a nadie
porque no quiero convertir algo tan único y especial en un negocio”.
La
imagen de Armestre
La ubicación excepcional del portal, el
número 23 de la calle Mercaderes, ha atraído la atención de numerosos medios de
comunicación deseosos de grabar el encierro desde allí. RTVE, por ejemplo, tiene
colocada en el cuarto piso su tirolina y varias cámaras para grabar el encierro
desde la mejor perspectiva posible. Sin embargo, las vistas que se aprecian
desde el segundo piso, la casa de Sarrías, son todavía mejores, ya que los
toros se observan más de cerca y el ambiente se siente mejor. De hecho, basta
con observar la famosa fotografía que Pedro Armestre sacó en 2013 desde su
balcón para comprobar que esto es cierto. La instantánea, que dio la vuelta al mundo,
fue premiada con el premio Ortega y Gasset en la categoría de Periodismo
Gráfico y muestra unas vistas excepcionales del encierro.
Sin embargo, la fama que alcanzó la fotografía
de Armestre no hizo cambiar de opinión a Sarrías, que continuó negándose a alquilar
su balcón. “Mi ventana la disfruto con mis allegados más cercanos, y me siento
feliz compartiendo este privilegio que tengo. Jamás le he dado publicidad, sino
que lo mantengo en familia. Fue una alegría enorme para mí que la foto de Pedro
(Armestre) fuera vista por tanta gente, pero eso es todo. Además, creo que la mayoría
no se pregunta si mi balcón está en alquiler porque lo consideran inalcanzable,
aunque en realidad no lo es”, afirma la pamplonesa.
Natalia, antigua
empleada y gran amiga de Sarrías, prefiere mantenerse en el anonimato, pero no
duda en halagar a su exjefa y mostrarle su agradecimiento infinito: “Carmen es
una anfitriona extraordinaria, y su balcón no lo es menos. Puedes venir cuando quieres
y con poca antelación, ya que ella nunca te pone ningún problema. Cada vez que
vengo a ver los encierros me emociono con lo que veo, ya que la experiencia se
me mete muy dentro. El hecho de que Carmen no alquile su balcón demuestra
también lo especial que es y el valor que supone para ella”.
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