Muauro Ibáñez 06.11. 1874. 1ª foto Gigantes. Celebración subida del agua. Bloqueo carlista |
Y muchas de ellas con leyendas tan bonitas como ésta:
En la fuente de San Jorge se citan para bailar
las niñas con sus galanes, mañanita de San Juan.
CAPITULO I. POZOS Y
FUENTES
VIVIMOS en
una época en que la carestía del agua potable ha convertido a ésta
en personaje de moda, sobre el cual todos los días se habla y se
escribe. Los inquilinos de los pisos altos se quejan —y no sin
razón— de que el suministro de Arteta lo reciben a dosis
homeopáticas. Los madrugadores —a fortiori (por coj...), naturalmente— se
lamentan de tener que trabajar sin haberse despabilado completamente
debajo del chorro de agua fría. Los hortelanos, con contador en la
huerta, contemplan el marchitamiento de sus sedientas hortalizas sin
osar regarlas, ante el temor de la sanción anunciada. Las
inundaciones de los cuartos de aseo están a la orden del día, con
el perjuicio consiguiente para los vecinos de los pisos inferiores,
que maldicen en arameo, mientras calculan el costo en pintura para
restaurar los deterioros de sus techos. Los reventones de cañerías
se suceden con frecuencia debido a la acumulación de bolsas de aire,
ocasionadas por los cortes repetidos de la vena líquida. Los
habitantes de las guardillas chillan, mientras que los de los pisos
bajos, con zorrería, refrescan sus bebidas con derroche de agua
fría. Los iracundos despotrican contra el Ayuntamiento por no
prevenir con antelación el incremento excesivo e inesperado de la
población. Añoramos el alivio que experimentábamos cuando en las
calurosas tardes de estío los mangueros municipales regaban
habitualmente las calles, plazas y paseos de la Ciudad.
Se especula sobre posibles y futuros bombeos de agua a los depósitos de Mendillorri, y parece que está próxima la inauguración de las obras del pantano de Eugui, que esperamos solucione durante unos años la escasez de agua que estamos padeciendo. Ante todas estas contrariedades y molestias ocasionadas por el insuficiente suministro de agua, nos preguntamos: ¿Cómo se abastecían de agua nuestros abuelos, bisabuelos y los tatarabuelos de sus antepasados? Cuando Pompeyo, en el año 75 a. de C., establece su campamento en la colina sobre la que hoy se levanta el popular y castizo barrio de la Navarrería, lo hace con la tranquilidad que le proporcionan las condiciones defensivas del terreno y la seguridad de tener resuelto el problema del agua, fundamental para crear un núcleo de población, al disponer de un río al pie de los taludes de la bien situada meseta. Así pues, no hay duda de que el principal abastecimiento del primer núcleo urbano precursor de la primera ciudad, de la Navarrería, se efectuó con agua del río Arga. Tal supeditación al afluente del Ebro continúa a través de los siglos, sin poder liberarse la ciudad completamente de él, ya que, si en la actualidad no precisamos del río para abastecernos de agua, lo necesitamos para eliminar los residuos y aguas sucias. Esta influencia del río sobre la vieja Iruña se manifiesta en las comunicaciones directas entre ambos, llegando a existir en la Edad Moderna (como apunta acertadamente Leoncio Urabayen en su «Biografía de Pamplona») hasta cuatro portales que dan al río, de los seis que contaba la Plaza. Estos eran los de la Tejería, del Abrevador (hoy de Francia o de Zumalacárregui), de la Rochapea y el Nuevo.
Se especula sobre posibles y futuros bombeos de agua a los depósitos de Mendillorri, y parece que está próxima la inauguración de las obras del pantano de Eugui, que esperamos solucione durante unos años la escasez de agua que estamos padeciendo. Ante todas estas contrariedades y molestias ocasionadas por el insuficiente suministro de agua, nos preguntamos: ¿Cómo se abastecían de agua nuestros abuelos, bisabuelos y los tatarabuelos de sus antepasados? Cuando Pompeyo, en el año 75 a. de C., establece su campamento en la colina sobre la que hoy se levanta el popular y castizo barrio de la Navarrería, lo hace con la tranquilidad que le proporcionan las condiciones defensivas del terreno y la seguridad de tener resuelto el problema del agua, fundamental para crear un núcleo de población, al disponer de un río al pie de los taludes de la bien situada meseta. Así pues, no hay duda de que el principal abastecimiento del primer núcleo urbano precursor de la primera ciudad, de la Navarrería, se efectuó con agua del río Arga. Tal supeditación al afluente del Ebro continúa a través de los siglos, sin poder liberarse la ciudad completamente de él, ya que, si en la actualidad no precisamos del río para abastecernos de agua, lo necesitamos para eliminar los residuos y aguas sucias. Esta influencia del río sobre la vieja Iruña se manifiesta en las comunicaciones directas entre ambos, llegando a existir en la Edad Moderna (como apunta acertadamente Leoncio Urabayen en su «Biografía de Pamplona») hasta cuatro portales que dan al río, de los seis que contaba la Plaza. Estos eran los de la Tejería, del Abrevador (hoy de Francia o de Zumalacárregui), de la Rochapea y el Nuevo.
POZOS
Brocal pozo patio calle del Redin nº 2 |
Siervica de María en la calle del Redín |
Actualmente el Café Roch, además de conservar el estilo y el sabor del siglo pasado, posee una bodega inefable, en la cual se conserva un pozo en funciones, del que, por medio de una pequeña bomba, accionada a mano, el agua es elevada hasta el mostrador. Pero además del río y de los pozos, nuestros antepasados disponían de fuentes: unas dentro del recinto amurallado, y otras en sus cercanías; algunas de ellas con tan buena calidad de agua, que proveían a las familias pudientes, que se podían permitir el lujo de pagar los servicios de un aguador. A estas fuentes dedicó Perico Alejandría, en 1871, una serie de versos titulados «Cantares de las fuentes de Pamplona y sus arrabales». «Ollarra» los publicó en «Diario de Navarra», ya que por una feliz casualidad una hoja impresa con los versos apareció inopinadamente. Después de la descripción de cada fuente, incluimos los versos que Alejandría le dedicó. Del mismo modo que en la actualidad los conductores de automóviles para usar de las calles públicas han de someterse a una disciplina y a unas ordenanzas, asimismo, en aquellos tiempos, los habitantes de Pamplona, que forzosamente precisaban usar y abastecerse en los pozos y fuentes, veíanse obligados a cumplir las ordenanzas municipales siguientes: «Art. 41. Se prohibe tapar los caños de las fuentes, obstruir los conductos, arenar y lavar en sus pilones, subirse a ellos, dar de beber a las caballerías y permanecer detenidas en sus cercanías las personas que no vayan a tomar agua. Art. 42. El enturbiar las aguas de los abrevaderos y lavar en ellos ropas o cualquier otro objeto. Art. 43. El hacer uso de las bombas de los pozos fuera de lo meramente preciso para la extracción del agua necesaria para llenar las vasijas. Art. 44. Para tomar agua se guardará turno sin dar lugar a porfías y disputas. Suscitadas éstas, se exigirá responsabilidad a la persona que haya faltado al turno que le corresponde». De las fuentes del interior de la ciudad tenemos constancia de las siguientes:
1. FONTANA
VIEILLA
«A la fuente vieja, por la ribera del valle, fueron los
burgueses,
donde se recrudeció el combate, quemándose la casa del
abad».
Con anterioridad a esta cita, justo en 1232, se habla de la
fuent viella, en un documento de donación al mercader Miguel Moza,
del Prior y Canónigos de la Catedral (Arch. Cat. Libro Redondo, fol.
143). Posteriormente, en 1403, se puede leer en un antiguo documento: «cavo la Teylleria», que estaba situada «tenient al portal de
la fontana uieylla» (Comptos Reales 1403). La referida Teylleria
era la primitiva calle de la Tejería. Por lo que vamos a ver
a continuación, este «Portal de la Fontana Vieilla» no era otro
que el «Portal de Tejería», lo que nos hace sospechar que
esta fuente era sencillamente la que con posterioridad se ha llamado
la de Tejería. Este manantial estaba situado en una barrancada,
donde en 1581 y para facilitar el acceso a la fuente, se construyó
un puente de piedra, con los despojos del puente que atravesaba los
fosos medievales de la puerta de la Zapatería (situado dicho portal
al final de la que actualmente se llama calle de San Antón, en su
desembocadura en la calle de las Navas de Tolosa). En la libranza
por la que se abonan los acarreos de esta operación se lee
textualmente: «...en hacer la puente nueva que se a hecho en la
barranca donde la fuente vieja, fuera la puerta de la Tejería».
Arch. Mun. Propios leg. 3.°, n.° 2, fol. 50).
FUENTE DEL
CONSEJO
FUENTE BAJA
DE SANTA CECILIA
FUENTE DE LA
PLAZA DEL CHAPITEL
Es lógico
pensar que en aquellos mercados que se celebraban en el «Campo del
Chapitel» en el siglo XVI, con la consiguiente aglomeración de
gente, se instalase una fuente pública. Así fue, y de ello tenemos
constancia por un acuerdo de la Corporación Municipal de noviembre
de 1560, en el que fue aprobado el «nombramiento de una persona para
cuidar la fuente de la plaza del Chapitel, y para que se cuide de
abrir por las mañanas y cerrar su depósito por las noches».
FUENTE DE LA
PLAZA DE SANTO DOMINGO O DE SANTIAGO
A esta fuente se le denominaba preferentemente en el siglo XVI: «fuente de la plaza de Santiago» y «fuente que está entre la Casa de la Ciudad y el monasterio de Santiago». Parece ser que esta fuente, supeditada al caudal sobrante de la fuente del Chapitel (a veces nos hace dudar el que existiesen dos fuentes tan próximas: la de Santa Cecilia y la del Chapitel. ¿Le llamarían del Chapitel a la de Santa Cecilia? ), se vería con frecuencia seca o con poco caudal, por lo cual en 1581 se le hace una nueva conducción de aguas procedentes de Iturrama, siendo preciso para ello, el atravesar los fosos de la Ciudadela (entonces en construcción ) y las nuevas murallas de la Taconera (Arch. Mun. Propios leg. 3, (año 1581-82 ), fol. 50 v.). Se aprovechó esta coyuntura par adecentar la fuente de la plaza de Santiago (Ibidem, fól. 50) y de adornarla con un león de piedra, obra del imaginero pamplonés Juan de Arteaga, por cuyo trabajo cobró 7 ducados (Ibidem, fol. 37 v.). En esta misma época, parece ser que fue cambiada de lugar dentro de la misma plaza (Arch. Mun. Libranzas, leg. de 1596-1605, fol 51 v.) y por una avería que se produjo en la conducción del suministro de sus aguas y por cuya causa fue preciso levantar el suelo de alguna calle, sabemos que esta conducción atravesaba la actual calle de San Antón y la plaza del Consejo.
Cerca de dos siglos subsistió aquella fuente con su abrevadero, y fue en 1752 cuando desapareció juntamente con el primer edificio consistorial que tuvo la Ciudad, es decir, aquella vieja Jurería que rigió la vida municipal desde el Privilegio de la Unión. Pocos años más tarde, en 1760, se inaugura la nueva Casa Consistorial —la que hemos conocido hasta 1952—, en cuya parte posterior se construyó, adosado a su pared, un edificio de una sola planta, con un pequeño patio central. Este edificio era el Almudí, o almacén de contratación de granos, cuya planta ocupaba casi toda la actual plaza de Santo Domingo. En su muro norte, es decir, frente al Convento de los Dominicos, se instaló la nueva fuente y abrevadero, hasta que en 1856 el Ayuntamiento pensó construir una nueva, en consonancia con las instaladas a finales del siglo XVIII. El proyecto fue diseñado por el maestro de obras municipales don José María Villanueva, y el trabajo lo realizó el cantero Inocencio Lipúzcoa por la cantidad de seis mil reales de vellón. Para no desentonar, el abrevadero fue trasladado a la esquina del Almudí, frente al Mercado, y la fuente quedó instalada en el otro extremo, es decir, junto a la rampa de la calle de Santo Domingo. Cuando en 1876 el Ayuntamiento acuerda demoler el Almudí, pensó en trasladarla a la Plaza Consistorial, y más tarde a la plazuela existente junto al convento de la Merced. En estas dudas llega el 19 de mayo de 1877, en que se adopta el acuerdo de instalarla en la calle de los Descalzos, frente a las belenas, y así se efectúa. Desde aquella fecha se la puede contemplar en tan castiza calle con el nombre de FUENTE DE LOS DESCALZOS.
La calle
Santo Domingo tiene una fuente formal
y abrevadero abundante para
cualquier animal.
Para
sustituirla mandó colocar el Ayuntamiento, en el centro de la plaza
de Santo Domingo —muy ampliada por el derribo del Almudí—, una
fuente de hierro colado con una gran taza, en la que caía el agua de
cuatro caños adornados con otros tantos delfines. En 1952, al
derribarse el vetusto edificio del Ayuntamiento, se trasladó esta
fuente de hierro a la plaza de San José, donde se puede contemplar
hoy, pero mutilada en su parte superior.
FUENTE DE
TEJERIA
Esta fuente
aparece en el diseño —hecho por Pizaño en 1548—del castillo y
lienzo de muralla que cubría el lado sur de la ciudad y que se
extendía desde la citada fortaleza hasta el baluarte de Labrit. Este
croquis se conserva en el Archivo General de Simancas y fue publicado
por Florencio Idoate en su magnífico trabajo «Las fortificaciones
de Pamplona a partir de la conquista de Navarra». Como ya hemos
apuntado anteriormente, de esta fuente se tomó y se condujo agua
hasta la plaza de Santa Cecilia. El agua de esta fuente caía sobre
un gran abrevadero, el cual dio nombre a la calle que,
partiendo de la Plaza del Castillo, terminaba en él. El nombre de
la calle del Abrevadero duró hasta el 6 de octubre de 1855, en que
fue cambiado por el actual de Espoz y Mina.
En 1921, al derribarse las
murallas y construirse el muro de contención, debajo de la Plaza de
Toros, y al costado de la calle Juan de Labrit, la fuente y el
abrevadero quedan adosados al muro, donde continúan en la
actualidad.
A la
puerta Tejería con su abrevadero y fuente
no le faltan las visitas
de caballos y de gente.
FUENTE DE
SAN ANTONIO O DE SAN ANTON
asca de Santo Domingo (pincha) |
FUENTE DE LA
CIUDADELA
Don Pedro de
Madrazo, en su obra «Navarra y Logroño» (1886), dice que la
Ciudadela estaba dotada, en previsión de asedios, de «un molino de
trigo, tahona, y de una copiosa fuente». Es posible que sus aguas
provinieran del manantial de Iturrama. Recordamos que hace unos años
un albañil que trabajaba en la construcción de un chalet, en el
camino de la Fuente del Hierro, nos dijo que, al hacer las
excavaciones para los cimientos, apareció una gran veta de agua que
corría canalizada en dirección a la Ciudadela.
FUENTE DE LA
TACONERA
Surtidor Ducel donde hoy está Gayarre |
Esta fuente,
posiblemente, fue construida en 1640, ya que de dicho año, hemos
encontrado datos de que el Ayuntamiento hizo venir de Sangüesa al
fontanero Domingo de Arteaga para instalar una fuente nueva en la
ciudad. Se aprovechó también la estancia de este sangüesino para revisar la
fuente de San Antón. (Arch. Mun. Propios, libro 1639-40, fol. 43 v.).
Lo
que sí estamos seguros es que en el año de 1686 existía ya esta fuente, ya que, por cegarse su arbollón en dicho año, hubo de ser reparado
(Ibidem, libro de 1686-87, part. n.° 17).
También hemos encontrado
una relación completa le l se encontraba su acueducto en el año
1768, desde el término de Iturrama hasta la Taconera. (Arch. Mun. Sección
fuentes, leg. 8, carp.nº 2)
FUENTE DEL
LEON
Nicho donde estuvo empotrada la Fuente del León |
En 1831 se restauró esta fuente, según proyecto de
Nagusía que existe en el Archivo Municipal. Suponemos que, antes de
construirse el muro de contención de los jardines de la Taconera,
la Fuente del León estaría situada en la hondonada que se abría
entre el recinto amurallado de San Lorenzo y la elevación del parque
de la Taconera. Primitivamente estaba rodeada por una verja de
madera, que fue sustituida por una de hierro. Lo prueba el acuerdo de
la Corporación Municipal del primero de abril de 1.854 de «...que
la fuente del León se cierre con cerca de hierro, excluyendo la
barandilla de madera que tiene». Al construirse el muro de contención de los jardines, se instaló en una hornacina junto con un
pequeño abrevadero. Hoy (ver foto), eso es lo único que queda.
En el capítulo sobre «La Cuesta de la
Estación» daremos más detalles sobre esta fuente, que en sus
tiempo fue una de las más célebres de Pamplona.
En la fuente
del León refrescan los pasajeros
y también las labradoras suelen
llenar los pucheros.
FUENTE DE
LOS LEGAÑOSOS
Situada
debajo del puente levadizo del Portal Nuevo, su agua tenía fama de
ser excelente para los «males de ojos». El mismo Nadal de Gurrea,
en su obra citada, dice textualmente: «Existen en la capital muchas
personas que han experimentado el alivio de la indicada dolencia (se
refiere a las enfermedades de la vista) usando las abluciones de
aquella agua, y el autor de este compendio puede asegurar que en el
mes de agosto de 1865 se hallaba padeciendo una grave fluxión de
ojos, y después de aplicarse varios medicamentos sin resultado
favorable, empleó dicha agua, aconsejado de un amigo, consiguiendo
por ella una rápida y completa curación». Suponemos que sus aguas
procedían de alguna veta sobrante de Iturrama, las cuales, al pasar
por un terreno azufroso, adquirían alguna acción curativa para
ciertos tipos de blefaritis.
Debajo la
puerta Nueva concurren los legañosos;
medicina muy barata es el agua
de los fosos.
Estas son
las fuentes existentes en la Ciudad con anterioridad a los finales
del siglo XVIII. Entre ellas hemos incluido a la de la Taconera, por
ser posible que ésta se hiciese con la desviación de aguas que
hasta entonces alimentaban a la de San Antón, ya que coincide la
construcción de la una con la desaparición de la otra.
Respecto a
los manantiales existentes en la afueras de la capital, tenemos
constancia de los siguientes:
FUENTE DEL
OBISPO
Esta fuente,
situada entre la muralla y el puente de la Magdalena, es la que
equivocadamente fue identificada como fontana vieilla. Hemos
encontrado documentación con referencias a esta fuente en varias
libranzas del siglo XVI, exactamente en 1580, en cuyo año se
hicieron reparaciones (Arch. Mun. Libranza del 30 de agosto de 1580)
y de 1584, en que se compraron varios terrenos circundantes, para
ensanchar el camino que conducía a la fuente y sus alrededores.
(Ibidem, leg. 1583-84, carp. 6).
FUENTE DE LA
TEJA
Desde tiempo inmemorial ha sido una de
las fuentes más concurridas. Muchos pamploneses acudían a ella a
«pasar la tarde». A tal extremo llegó la afluencia de visitantes
en el siglo pasado, que el Ayuntamiento compró algunos terrenos
circundantes, con el fin de transformar aquel manantial en un lugar
agradable. Estas reformas se efectuaron en 1865. Podemos darnos idea
de ellas por la nota de unos pagos efectuados por la Corporación
Municipal (Cuentas, legajo 95 ). En dicha cuenta se lee: «Se pagó a
don Francisco Ergui, agrimensor, 91 reales con cincuenta céntimos,
importe de un trozo de terreno que se ha tomado para formar una
plazoleta junto a la fuente denominada de la Teja, propio de don
Tomás Idígoras; 34 reales al arrendatario Félix Donazar por daño
en el sembrado y 20 reales por honorarios de dicho agrimensor.»
A la
fuente de la Teja puedes marchar por placer;
el paseo
es muy ameno para el hombre y la mujer.
FUENTE DEL
HIERRO
Según
dicen, de esta fuente brota agua de alto poder ferruginoso. En el
siglo pasado y principios del presente, este manantial era el punto
de reunión de las cloróticas pamplonesas, que con su palidez y aire
romántico acudían en gran número a tomar esta agua medicinal, con
la ilusión de fortalecer su precaria salud. En 1870 el Ayuntamiento,
del mismo modo que en la fuente de la Teja, adecentó sus alrededores
y mandó construir la escalinata y pared de piedra que existen en la
actualidad.
A la
fuente del setenta la dicen ferruginosa;
si marchas descolorida,
vendrás de color de rosa.
FUENTE DEL
BATUECO
Situada en
el término de Barañáin, al otro lado del río, frente a donde hoy
se levantan las llamadas casas de Urdánoz.
A esta
fuente de agua medicinal acudían gran número de reumáticos,
bronquíticos y enfermos de la piel. En la mañana de San Juan la
afluencia de visitantes adquiría carácter de romería, ya que precisamente en dicha fecha la acción terapéutica de sus aguas (?) era
más eficaz. Como muchos enfermos no podían acudir a un lugar tan
distante, en el siglo pasado se construyó una caseta, en la que se
expendía el agua de dicha fuente, al final de la calle de las Navas
de Tolosa. En el buen tiempo era frecuente ver a los agüistas de
intramuros pasear por el Bosquecillo, mientras de vez en cuando se
acercaban a la caseta para ingerir la dosis prescrita de tan
repugnante agua.
Es la
fuente del Batueco un alivio en muchos males;
¿si
quitará la epidemia de los falsos medios reales?
FUENTE DE
SANTA ENGRACIA
Estaba
situada hasta la década pasada frente al puente del mismo nombre, en
la calle de don Joaquín Beunza de la Rochapea. Disponía de tres
caños, de los cuales brotaba abundante agua en todas las épocas del
año. Constaba también de un abrevadero, al que acudían a beber las
incontables caballerías y vacas que antiguamente existían en la
Rochapea. La calidad de sus aguas gozaba de tal fama, que los vecinos
pudientes de Pamplona se hacían traer éstas por medio de aguadores
desde tan distante paraje.
La fuente
de Santa Engracia alivia a los labradores en el tiempo de la siega
sus fatigas y sudores.
FUENTE DE
SAN JORGE
Situada en
el prado del mismo nombre, en el llamado barrio de la Estación,
cerca de la orilla derecha del río Arga. En 1597, esta fuente se
encontraba en estado ruinoso, por lo cual fue preciso restaurar dos
gradas de la escalera de piedra; asentar dos pilas, una grande y otra
pequeña; hacer «cinco brazadas de pared de mampostería» y cambiar
una pila nueva de piedra (Arch. Mun. Libranzas, leg. 1596-97, carp.
14, n.° 95 y 99 ). Tres años más tarde, e indudablemente por lo
inhóspito del lugar, fue preciso repararla nuevamente (Ibidem leg.
1599-1600, carp. 2, n.° 91).
En la
fuente de San Jorge se reúnen a bailar
las niñas con sus galanes la mañana de San Juan.
las niñas con sus galanes la mañana de San Juan.
FUENTE DE LA
BIURDANA
Situada en
el término del mismo nombre. Fuente de poca importancia pero en 1654
pensó el Ayuntamiento traer sus aguas hacia Pamplona, no sabemos a
dónde, pero sí, que el fontanero Francisco de Villanueva estuvo
varios días «ajustando y midiendo la distancia que había» (Arch.
Mun. Propios. leg. A, libro de 1653-54, fol. 70). Parece ser que todo
quedó en caldo de borrajas y el manantial de la Biurdana quedó
junto al río.
En la
fuente del molino nombrado de la Biurdana
la jota del molinero suele cantarla una rana.
la jota del molinero suele cantarla una rana.
FUENTE DEL
ITALIANO
Esta
fuentecilla está situada en el término de Mal Paso, en un terreno
enclavado en el ángulo formado por las carreteras de Mutilva Baja y
Soto Sadar. Esta finca es propiedad del Ayuntamiento que la adquirió
por permuta hecha con don Tomás Ciganda, siendo con anterioridad
propiedad de don Serapio Aranguren, vecino de Lezcairu. En ella
existe una pequeña chopera. (Arch. Mun. Patrimonio, Leg. 1.°, exp.
n.° 3 de 1941 ).
FUENTE DEL
CANAL
fuente del Canal, años 1897-1899. Julio Altadill |
En la
fuente del Canal, debajo del Polvorín,
hay un rico manantial que de
fresco hace tilín.
Sobre esta
fuente se decía en el siglo pasado:
«Agua
fresca del Canal, y era vino en el portal».
Gracias a
Benito Iribertegui, hemos podido hallar el origen de este dicho.
Antiguamente, había un aguador, apellidado Mori, que traía agua de
la fuente del Canal para vender a familias acomodadas, pero por un
ingenioso sistema de barriles de doble depósito, entraba en la
ciudad, junto con el agua, vino de matute. Al pasar por el Portal de
Francia, invitaba al portalero a un trago de fresca agua, hasta que
un día al recaudador de arbitrios le apeteció (por influencia de
una denuncia) «agua» de la oculta espita del otro lado del
barril... y se acabó el contrabando.
FUENTE DE
SAN PEDRO
Puente de San Pedro. 1905. Eusebio Rubio |
Cerca San
Pedro de Ribas encontrarás una fuente;
surte de
agua a un lavadero y no la niega a la gente.
FUENTE DE LA
ROCHAPEA
Existe en la
actualidad reformada, y consta de un caño y de un abrevadero. Está
situada en la plaza llamada del cuartel de la Guardia Civil,
antiguamente plazuela del Arriasco, junto al puente de la Rochapea.
MANANTIAL
DEL CERRADO
Situado en
el barrio de la Magdalena, junto a la carretera de 'Burlada. Hoy
existe con un abrevadero. El ya citado Perico de Alejandría decía
de esta fuente:
El
manantial del Cerrado surte de agua al arrabal;
la cogen
las hortelanas con mucha sandunga y sal.
Todas las
fuentes que hemos descrito, a excepción de la del Batueco, eran
fuentes públicas. Las siguentes eran, y son en la actualidad, de
dominio particular.
FUENTE DE
LOS CAPUCHINOS
Situada en
la huerta del convento. La musa pobre de Perico Alejandría dijo de
ella:
También
en los Capuchinos hay una agua bendecida;
como te
den un traguito, no te mueres en tu vida.
FUENTE DE LA
"CASA BLANCA"
Manantial
existente en la finca llamada antiguamente de Lagarde, la cual está
situada entre los conventos de Capuchinos y de las Esclavas del
Sagrado Corazón.
Esta finca, rodeada de un alto muro de
mampostería, pertenece en la actualidad al mencionado convento de
las Esclavas, y en su recinto existen dos vetustas edificaciones,
denominadas «Casa Colorada» y «Casa Blanca». La identificación
de estas dos casas ha dado lugar a muchas confusiones, por lo que,
asesorados por el teniente coronel Solchaga, hijo de los antiguos
propietarios de la finca y de las casas, podemos concretar con
certeza lo siguiente: La «Casa Blanca», como puede apreciarse en la
fotografía que publicamos, es la vieja casona cuya fachada mira al
convento de los Capuchinos. Su estado actual es ruinoso, pero su
interior conserva todavía reminiscencias del confort y decoración
de una hermosa casa de recreo.
La «Casa Colorada» fue llamada así,
no por el color de sus tejas, sino por el de sus paredes, hoy
enmascaradas con pintura blanca (en su fachada posterior pueden
apreciarse todavía restos de la primitiva pintura roja). En dicha
casa y durante los años de la Francesada, los invasores tenían un
destacamento, el cual en 1812 fue atacado por los bravos navarros de
la partida de Espoz y Mina. Los miqueletes —españoles renegados al
servicio del invasor—, que prestaban servicio en la «Casa
Colorada», fueron derrotados en la escaramuza, hecho que inspiró la
jota, según dicen, la primera que se cantó popularmente en Navarra,
que dice:
Salieron
los miqueletes de la Casa Colorada y les hicieron volver a bayoneta
calada.
En dicha
casa y en el año 1813 estaba el puesto de mando de las tropas
españolas que bloqueaban a la guarnición francesa de Pamplona.
Volviendo a nuestra fuente, podemos afirmar que sus aguas son de
calidad y que su gran caudal apenas disminuye durante el estío, como
nos lo han asegurado las actuales propietarias de la finca.
Si entras
en la casablanca (con permiso de su dueño)
al susurro
de sus fuentes puedes conciliar el sueño.
Acueducto Noáin Aguas de Subiza. Al fondo, Sierra de Alaiz |
ALCANTARILLADO
Y TRAÍDA DE AGUAS DE SUBIZA
En el siglo
XVIII es cuando Pamplona realiza dos ingentes obras de ingeniería
que pueden considerarse como el primer paso para convertir la
pueblerina capital del antiguo Reino de Navarra en una ciudad. El
alcantarillado —las minetas, como decimos los de casa—, «alabado
por naturales y extranjeros», como decían en aquella época, fue
concluido en 1773, y al año siguiente se comienzan las gestiones
para la construcción de la traída de aguas del lugar de Subiza a
las fuentes públicas de la Ciudad.
No vamos a
entrar en detalles de ambas realizaciones, ya que han sido estudiadas
magistralmente por Pedro García Merino en la revista «Pregón».
Las obras de la conducción de aguas se empezaron en 1783 y se
concluyeron en 1790.
De Subiza
viene el agua que se consume en Pamplona
y en la
cárcel se relame quien la enturbia o desmorona.
El
acueducto en Noáin compone tan gran papel,
que es el
único auxiliar que mantiene su nivel.
Sus
majestuosas arcadas las contemplo muchas horas
y siento
los tristes ecos de activas locomotoras.
El
depósito del agua . te llamará la atención;
habla,
chilla, bulle y canta, viva la distribución.
En 1788 vino
a Pamplona el gran pintor madrileño don Luis Paret y Alcázar, el
cual, por encargo del Ayuntamiento, dibujó los bocetos para las
siguientes fuentes monumentales:
FUENTE DE LA
BENEFICENCIA O DE LA ABUNDANCIA
Esta fuente,
la más hermosa de todas, se instaló en el centro de la Plaza del
Castillo hasta 1910, en que fue demolida, colocándose en su lugar el
quiosco de la música que desde 1900 estaba en un lateral de la
plaza, frente al Café Iruña. Esta fuente estaba coronada por la
estatua alegórica de la Beneficencia, que desde principios del siglo
XX fue llamada la «Mari-Blanca», nombre dado y popularizado por
«Garcilaso», director de «Diario de Navarra».
Al desaparecer la
fuente, la estatua fue desmontada y colocada, en 1913, sobre un
vulgar pedestal de piedra, en la plaza de San Francisco, hasta que en
1927 se trasladó a los jardines de la Taconcra, donde hoy
humildemente reposa sobre ruin peana.
y a su
torno se reúnen cien pelonas de elegancia.
FUENTE DE
NEPTUNO NIÑO
Proyectada
para ser construida en la Taconera, se instaló en la Plaza del
Consejo, en cuyo centro continúa.
La
Plazuela del Consejo tiene en su fuente a Neptuno;
no puede
ver a las niñas que charlan con algún tuno.
FUENTE DE
SANTA CECILIA
En el boceto
de Paret, existente en el Archivo Municipal, se puede leer que fue
diseñada para instalarla en la plaza de Zugarrondo. Efectivamente fue
construida frente a la basílica de Santa Cecilia, junto a la fuente
vieja del mismo nombre, hasta 1854 en que, como hemos indicado
anteriormente, fue suprimida la antigua. En julio del año de 1913,
es trasladada a su actual emplazamiento en la calle de la Navarrería.
La fuente
Santa Cecilia es la fuente del comercio;
no verás
muchas pelonas si domina el aire cierzo.
FUENTE PARA
LA PLAZA DEL CONSEJO
Esta fue sin
duda alguna la más sencilla y la de menor valor artístico de las
diseñadas por Paret. Y, aunque se ha dicho lo contrario, llegó a
ser construida, por lo menos en su parte superior, la cual puede
verse hoy en el jardín del palacio de los Condes de Guenduláin. (Ya hemos dicho que la fuente qué hoy adorna la Plaza del Consejo es
la que Paret dibujó para ser instalada en los jardines de la
Taconera).
Proyectada para la plaza de la Fruta (hoy Consistorial), se construyó en el ángulo sudoeste de la plaza de las Recoletas. En octubre del año 1884 fue trasladada al centro de la plaza, donde continúa con aire de monumento funerario.
La fuente de San Lorenzo tiene en su cima un florero;
si en Mayo no tiene flores, menos las tendrá en Enero.
OTRAS
FUENTES
Además de
estas fuentes monumentales, existían diseminadas por aquel Pamplona
del siglo XIX, la friolera de 16 fuentes públicas, entré las que
recordamos: las de las plazas de San José, San Francisco y San
Nicolás; las de las calles de Cuesta del Palacio, San Ignacio,
Tecenderías, Ciudadela, San Agustín, Compañía y la Merced; las
había también con su correspondiente abrevadero, como las de Santo
Andía, Santo Domingo, Tejería, Portal de Francia...
Y la inolvidable
«asca de caballería» en la plaza del Vínculo, lugar en donde los
mocetes de mí tiempo, después de un partido de fútbol en la Vuelta
del Castillo, acudíamos a limpiarnos los embarrados zapatos o a
lavarnos la boca para eliminar el olor a nicotina que nos dejaban los
primeros pitillos fumados a escondidas en las murallas. Había,
también, algunas bombas que suministraban agua de pozos, para lo
cual disponían de unas largas palancas, bruñidas por el uso, como
eran la situada en la calle de la Zapatería, frente al número 23, y
la de la calle de San Ignacio, que estaba a la altura del número 4
de la actual avenida del mismo nombre.
La calle
San Agustín tiene la fuente de amores;
la beben
las tejedoras y también los tejedores.
En la
calle Compañía tiene su fuente la tropa;
con ella
guisan garbanzos para hacer la rica sopa.
La calle
de la Merced tiene fresco manantial
donde
beben los soldados y el caballero oficial.
La fuente
de la Plazuela llamada San Nicolás
suele
templar los zacurdis de aquellos que beben más.
En la
calle San Ignacio beben agua los fajeros;
cuando
prueban de aquel caldo no tendrán muchos dineros.
De frente
y abrevadero notables en cantidad
goza la
caballería la pulcra comodidad.
La
Plazuela San Francisco con su fresca dotación
le despeja
la memoria al que está en la corrección.
Gracias a
todas estas fuentes, nuestra Ciudad tuvo resuelto ampliamente el
problema del suministro del agua durante el siglo último, hasta el
día 14 de septiembre de 1874, en que los carlistas inician el
bloqueo de la Plaza y cortan la conducción del agua de Subiza. Ante
esta eventualidad el Ayuntamiento manda rápidamente colocar en la
orilla del Arga una bomba con filtro.
LA CIUDAD
APROVECHA EL. AGUA DE UN MANANTIAL EXISTENTE EN EL LECHO DEL RIO
El primero
de octubre de 1874 (en pleno cerco carlista, que había cortado el
suministro de agua de Subiza), Salvador Pinaqui descubre en la
cascajera existente debajo de la presa del Molino de Caparroso (en el
cual tenía establecida una fábrica-fundición de maquinaria
agrícola) un manantial de agua de mejor calidad que la de Subiza
(así dictaminaron los técnicos). Ante este hallazgo, el
Ayuntamiento pone los medios económicos necesarios y Pinaqui su
ingenio y habilidad para montar una potente bomba hidráulica
accionada por la turbina de su fábrica, mientras se instala una
nueva conducción desde la orilla del río hasta el depósito de
aguas de Subiza, que estaba situado en la calle de San Ignacio, junto
a la basílica del' mismo nombre. Para primeros de noviembre se
concluyen las obras, y el día 6 del mismo mes se procede a la
inauguración de la subida de agua en la fuente de la plaza de la
República (téngase en cuenta que estamos en los tiempos de la
primera República española). Para este acto la plaza fue engalanada
con gallardetes y guirnaldas; salieron los gigantes y las músicas, y
la fiesta resultó un gran acontecimiento local.
AGUAS DE
ARTETA
Después de
la guerra carlista el número de habitantes de Pamplona aumenta en
una cifra extraordinaria (para aquella época se entiende), si
tenemos en cuenta que en 1871 la Ciudad tenía 24.600 habitantes que
aumentaron a 30.948 en el año 1888. Este incremento creó un nuevo
problema de suministro al Ayuntamiento que comenzó a estudiar nuevos
manantiales accesibles, hasta que, por. fin en 1886 el arquitecto
municipal don Blas Iranzo entregó a la Corporación el proyecto de
la traída de aguas desde el manantial de Arteta.
Durante siete años
durmió el proyecto en los estantes municipales hasta que, gracias al
alcalde don Teófano Cortés, el día 13 de junio de 1893 se crea la
sociedad «Conducción de Aguas de Arteta», a la que se adjudicó la
ejecución del proyecto y la explotación de las obras y de la
central eléctrica que se instaló en el salto de agua del manantial.
Si la adjudicación a una sociedad particular fue un error, el
Ayuntamiento lo subsanó el 18 de julio de 1940 al municipalizar 'el
suministro de aguas de Arteta.
La dirección de las citadas obras
estuvo a cargo del ingeniero navarro don Ramón Aguinaga y Arrechea,
natural de Lesaca. Las obras fueron realizadas en el tiempo récord,
¡de menos de dos años!
El día 6 de julio de 1895, a las siete
menos un minuto, después 'de asistir las autoridades a las Vísperas
en San Lorenzo, tuvo lugar Ja inauguración de esta traída de aguas
a la Ciudad, celebrándose la .ceremonia en el estanque existente al
final del paseo de Valencia, frente a la Audiencia (que entonces
estaba en construcción). Ni que decir tiene que tomaron parte en el
festejo los gigantes, dulzainas y la banda de música del regimiento
de Cantabria.. Al brotar el agua la. Multitud prorrumpió en
atronadores gritos de alegría, mientras el señor Obispo bendecía
el agua del estanque y el alcalde don Fernando Gorosábel inauguraba
oficialmente la nueva traída de aguas.
NOTAS
1. Puente de
piedra en el portal de la Zapatería. El 6 de septiembre de 1563, se
paga al cantero Martín de Elcarte, 1.003 libras "...por la
puente de piedra que ha hecho en el foso donde la puente de la
Zapatería, para pasar por ella lt fuente que la ciudad mete dentro
de ella, la cual dicha puente ha sido tasada y estimada... etc.,
etc.". (Arch. Mun. Propios leg. 1.0, libro de 1563-64, fol. 107
y ).
(1) "A
Juan de ArreChea, 467 reales que ha importado el gasto (ke vompoiwr
la fuente de San Antón y limpiar aquadutos y arcaduces de predra que
ha puesto y unas losas en el pretil que corre por el foso de las
murallas por (lo►& va el agua". (Arch. Mun. Propios, Leg.
16. Libro 1686-87, part. 17).
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