martes, 4 de diciembre de 2018

Nicolás Ardanaz: 7. Escenas (2)


Escenas de la vida cotidiana: las niñas que curiosean subidas a una verja, el chaval que come una fruta, el niño que me recuerda a Marcelino (Pan y vino), la anciana que da comida a los gatos en la cocina, la amistad de dos personas mayores o de un niño con la abuela, el hombre que reza ante un crucero... siete escenas que Ardanaz supo captar como pocos.
Hace más de un año, encontré en la Feria del Libro antiguo una verdadera joya: el Catálogo de la exposición de fotografías de Nicolás Ardanaz que se hizo en el Museo de Navarra, en el año 2000. 
En diferentes entradas, he ido recogiendo, por orden, los diferentes capítulos  del catálogo de aquella exposición. Hoy llegamos al último: Escenas (2).
He creado un álbum para tener juntas todas las imágenes de Ardanaz en Facebook, según las hemos ido publicando. Son ya 60. Pero, por supuesto, no tengo ninguna intención de limitarme al Catálogo e iré añadiendo las que me enviéis (gracias, Pilarcho) o vaya yo encontrando.
Nicolás Ardanaz (Pamplona, 1910-1982) fue discípulo del pintor Javier Ciga, droguero de profesión y fotógrafo aficionado en las décadas 1930-1970. 
Su trabajo se centró en Navarra, abarcando temas como paisaje, costumbres, modos de vida, fiestas (muy particularmente las de San Fermín), tipos, composición de objetos y cartel, siendo autor de los que anunciaron las fiestas patronales de Pamplona de 1965 y 1966.

Escenas (F.J. Zubiaur)
Son muy numerosas, en cualquier período temporal del archivo que consideremos, las escenas elaboradas por Ardanaz. No digo yo que no hubiera habido situaciones encontradas fortuitamente y que el fotógrafo aprovechó, pero por lo común, las que más llaman la atención fueron preparadas por él mismo. Las hay de todo tipo, urbanas —muchas— y rurales, en el trabajo y en el ocio, de niños y de ancianos —dos mundos recurrentes para él—.
Se trata de imágenes en las que asoma con nitidez la vitalidad del fotógrafo, su sentido del humor a veces ingenuo, a veces tierno, a veces un poco gamberro. Cuando existen, los títulos dejan ver, tanto como las imágenes, su capacidad para llegar al hombre de la calle, al ciudadano que, como él mismo, se contenta con el valor simpático o entrañable de la anécdota y que no le pide al arte cualidades esotéricas de ningún tipo.
Si acaso, técnicamente, toda la trayectoria de Ardanaz está marcada por la búsqueda de unas ciertas cualidades de la luz, cualidades que siempre consideró sólo al alcance del especialista que él sabía que era, capaz de apreciarlas y valorarlas. Sus escenas de género implican una logística, un plan meticuloso de realización que, como un guión previo, ha de cumplirse con puntualidad, lo mismo si se trata del retrato de una campesina —el brillo del atardecer en los ojos—, una conversación entre ancianos —la luz del sol visitando la estancia a través de una puerta— o unas niñas encaramándose a una tapia —las sombras perfilando su atrevimiento infantil—. En el fondo, el tratamiento tiende siempre a lo paisajístico.

Y a lo pictórico. Lo que se va a contar se planifica, se escenifica y se... fotografía.
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Para disfrutar, en todo su esplendor, de éstas y del resto de imágenes, pincha en el en el enlace y vete pasando las fotos. Así podrás conocer sus curiosos títulos y situarlas en el espacio y el tiempo:

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