1934. Familia Belzunegui-Sarasa. Fijaos en las manos. Ramona, detrás de su madre. |
Fue mi madre, con unos 15 años, desde Cemboráin a Urroz Villa con la yegua cargada de algunos kilos (robos, decían entonces) de trigo. En Casa Bastida enseñó su mercancía y, según nos contaba nuestra madre, el señor aquel empezó a desgranar todos los piropos sobre lo traído por Ramona:
Mi madre, con esa rapidez de reflejos de los Belzunegui, le respondió:
“Tendrá yoyo, vecilla y alvolva, pero inclusive, le aseguro Sr. Bastida, que no”.
A continuación marchó a otra casa del mismo pueblo donde no sólo le compraron el trigo a buen precio, sino que le encargaron que al día siguiente trajera todo el trigo que pudiera.
Los Belzunegui, de Casa Macaya, se agarraron un enfado mayúsculo con otra casa del pueblo por el tema de una oveja que debió de cambiar de rebaño. Las reclamaciones no surtieron efecto. Mi abuela Bárbara llegó a decir a sus hijos:
“Si algún día me veis en el balcón de esa casa, llevadme al manicomio porque habré dau en loca”.
Al tiempo, un miembro de la familia rival, un tal Benito, se puso muy malito. Un mediodía de domingo las campanas tocaron a muerto.
Mi abuela se dio prisa: “Ramona -le dijo a mi madre-, vete a buscar al padre, que hoy andaba movido por el Tropezón (la taberna del pueblo)”.
Mi madre no lo encontraba hasta que, preguntando, dio con él en la casa del difunto. Pero, ya era tarde. La escena era impresionante: Benito, amortajado, en la cama. Sus hermanos y familiares a los lados del lecho mortuorio. Y el silencio sepulcral fue roto por estas palabras de mi abuelo dirigidas al difunto:
“¡Ay, Benito, Benito! ¡Qué malo eras! ¡Y con todo eras el mejor de la familia!”
Mi madre cogió a mi abuelo Tomás de la manica y se lo llevó pa casa.
Mi abuelo era ya un mozo viejo para cuando el cura del pueblo le dijo que había una moza de Urraúl muy apropiada para él. Quedaron “a vistas” en la Ermita de Santa Fe.
Mi abuelo era menudico y, cuando la vio venir, se subió a un altico para aparentar algo más ante la mocetona que se le acercaba. Era más alta y mucho más joven.
Le dio 10 hijos pero, injusticias de la vida, murió la abuela Bárbara poco tiempo antes de que su hijo Tomás, el médico, llegara al pueblo con la penicilina que le podía haber salvado la vida.
Cuando salía el féretro de Casa Macaya, el abuelo Tomás exclamó:
“Buena moza me paiciste cuando entraste en esta casa, pero ahora que sales, ¡repaño!, no me paices menos”.
Como ya dijimos, Amadeo y mi padre fueron los dos únicos navarros que obtuvieron por méritos de guerra la Medalla Militar Individual. Entre ese vínculo emocional y el hecho de que fuera D. Amadeo Presidente de la Diputación Foral de Navarra, por su despacho apareció mi madre Ramona una vez que quiso asegurar alguna beca, alguna ayuda (por otra parte, merecida) para alguno de sus 10 hijos.
Algunos atribuyen a D. Amadeo esta sesuda frase:
“Cuanto más conozco al hombre, más quiero a mi perro”.
Pero yo os garantizo que la que viene a continuación sí que es suya. Tanto debió de llorarle mi madre y tanto quiso tocarle la fibra, aludiendo al hecho de que su décimo hijo saliera deficiente, que de los labios de D. Amadeo brotó la frase más surrealista que os podáis imaginar:
“¿En qué familia no hay un hijo tonto o una hija puta?”
Somos pintores
A mi madre siempre le gustaron las flores. Un día (quizás, tras esa visita a D. Amadeo) se quedó prendada, admirando los jardines de la Diputación, donde está la gigante secuoya.
Interesándose por el nombre de unas flores, preguntó al personal que trabajaba en los jardines:
- ¿Qué son, hortensias?
- No, somos pintores.
Y aquel hombre siguió almorzando tan ancho.
Jardines de la Diputación |
A mi madre siempre le gustaron las flores. Un día (quizás, tras esa visita a D. Amadeo) se quedó prendada, admirando los jardines de la Diputación, donde está la gigante secuoya.
Interesándose por el nombre de unas flores, preguntó al personal que trabajaba en los jardines:
- ¿Qué son, hortensias?
- No, somos pintores.
Y aquel hombre siguió almorzando tan ancho.
2 comentarios:
La verdad que hemos sido muy afortunados con nuestra madre, una mujer de una pieza, de mucho tesón y muy amena. De vez en cuando alguna lágrima se me escapa, empapada en sonrisas !!
Mi madre Ramona
Primero que bonitos los comentarios sobre vuestra madre,seguro que ella tb estaba orgullosa de estos hijos tan buenos
Me he reído y mucho con lo del trigo y lo inteligente que era vuestra madre
Tu abuelo Sabía lo que hacia escogió su buena moza y como antiguamente era normal le dio 10 hijos!!!!!! Que bonito, a mi siempre me han gustado las familias grandes , que injusto lo que cuentas de la penicilina ....y lo de las hortensias en los jardines de la Diputación, es buenísimo ¿como te acuerdas de tantas cosas , y algunas tan singulares? .
Como siempre gracias , nos has hecho pasar un buen rato y te felicito por esa memoria , la mía esta un poco enfermita un abrazo
Alma
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