El próximo viernes día 15 de Abril, a las 21 horas tendrá lugar el tradicional traslado de la imagen de La Dolorosa desde la Iglesia de San Lorenzo a la Catedral. La imagen, uno de los pasos más populares de la ciudad de Pamplona y el más antiguo de entre los de Semana Santa, será portada, como siempre, por dos turnos de 24 miembros de la Hermandad de la Paz y la Caridad que, en relevos, deberán soportar sobre sus hombros casi una tonelada de peso (980 kilos).
Este paso, el único de propiedad municipal, fue realizado en 1883 por Rosendo Nobas y Balbé. La Dolorosa es una imagen de 'vestir', un armazón en el que únicamente están talladas la cara y las manos. El manto original pertenecía a la casa Roca y Casadevall, aunque hoy los ropajes de la imagen son obra de las Madres Adoratrices de Pamplona. La imagen fue 'vestida' la tarde del pasado día 5 de marzo y las encargadas de ataviar a La Dolorosa' fueron, como es tradición, las camareras de la Hermandad de la Soledad.
Después de la intervención de los Auroros de Santa María, saldrá la procesión de San Lorenzo. Desde allí la procesión recorrerá la calle Mayor.
Es en esta calle, a la altura del Palacio del Condestable, donde la Cofradía de San Saturnino nos regalará uno de esos momentos mágicos de la procesión, entonando el "Traslado de la Dolorosa", a la luz de las velas y con el fondo del imponente silencio del Traslado.
Proseguirá hacia Curia, y de ahí hasta la Catedral. La comitiva se caracteriza por las largas velas que portan los asistentes
Es en esta calle, a la altura del Palacio del Condestable, donde la Cofradía de San Saturnino nos regalará uno de esos momentos mágicos de la procesión, entonando el "Traslado de la Dolorosa", a la luz de las velas y con el fondo del imponente silencio del Traslado.
Proseguirá hacia Curia, y de ahí hasta la Catedral. La comitiva se caracteriza por las largas velas que portan los asistentes
En el cortejo, que abren los músicos de la Hermandad de la Pasión (hermanos vestidos en negro y morado), además del paso tradicional, estarán el Cabildo de San Lorenzo, miembros de ambas hermandades, Hermanas de La Soledad, la alcaldesa de la ciudad y otros representantes del Ayuntamiento de Pamplona. Cerrará la procesión la banda de música La Pamplonesa.
A su llegada a la Catedral de Santa María, la comitiva será recibida por el deán, Carlos Ayerra, y una parte del cabildo catedralicio. Una vez dentro del templo, y colocada en su parte delantera, la imagen de Nuestra Señora de La Soledad recibirá las voces del Orfeón Pamplonés y escuchará la intervención del deán. Tras la interpretación de la pieza tradicional "Caligaverunt", los asistentes entonarán el "Salve Regina". Después, la imagen será retirada a la zona a la izquierda de la nave central, junto al Cristo de Anchieta, donde quedará expuesta al culto hasta la procesión del Santo Entierro.
Traslado de la Dolorosa
(compuesta y cantada por Iñaki Lacunza)
Marcha María de luto hacia la Catedral
La ciudad reza al verla pasar
Cubren su rostro lágrimas por Jesús
El Hijo de sus amores, el que hoy Viernes de Dolores
Le espera alzado en la cruz
Silencio por la Virgen del Dolor
Pamplona viste de duelo en la muerte del Señor
Quisiera poder darle algún consuelo
Qué triste, pero qué hermosa está la Madre de Dios
Manto bordado, negro como azabache
Para una reina que llora en las calles
Pena en el alma, Señora de la Soledad
Que con profundo respeto vuelven a elevar al cielo
Los hombros de la Hermandad
Y a la luz de las candelas se aleja de San Lorenzo
Es tan grande su lamento que hasta ruegan las estrellas
Silencio, por la Virgen del Dolor
Pamplona viste de duelo en la muerte del Señor
Quisiera poder darle algún consuelo
Qué triste, pero qué hermosa está la madre de Dios
Qué triste, pero qué hermosa, María la Dolorosa
TRASLADO DE LA DOLOROSA (por Víctor Manuel Arbeloa, a comienzos de 2000)
(pincha para admirar mejor) |
José María Rodríguez Azcárate y cuatro de sus discípulos limpiaron durante muchas horas los cinco metros de terciopelo negro y las más de 4.000 palmas bordadas con hilo de oro que conforman el manto de la Dolorosa, bordado por las Adoratrices y estrenado el 1 de abril de 1960. Imagen de vestir, o “de candelero”, es el paso más antiguo (1883) de la Procesión de Pamplona, obra de Rosendo Novás y Ballbé, (1838-1891), el mejor discípulo de Agapito Valmitjana.
Cuatro veces más tiempo les llevó la restauración de las andas del paso en los locales de la Hermandad de la Pasión. Desmontaron, limpiaron y montaron los 16 candelabros, las 7 espadas y más de 150 clavos; eliminaron las capas adheridas; enyesaron las partes altas y las doraron con pan de oro fino. Lijaron, enceraron y barnizaron cada una de las cruces de madera de palo santo que bordean la plataforma, y limpiaron uno a uno los cientos de tornillos que sujetan las andas.
Después de todo ello, Rufino, que lleva 45 años al cuidado de los locales en calle Dormitalería, colocó las tulipas de cristal de los candelabros, y se responsabilizó del traslado de las andas, en un camión municipal, las primeras horas de un miércoles, hasta la iglesia de San Lorenzo.
Ese día, a las cuatro y media de la tarde, llegaron al templo las camareras de las Hermanas de la Soledad, y, bajo la supervisión de Carmen, le quitaron a la Virgen el vestido “de diario” y le pusieron el hábito de gala, terciopelo negro con encajes de oro; dos tocas blancas, las mangas y el cuello de puntillas, todo bien almidonado. Alzaron la imagen sobre una peana y de ahí la pusieron sobre las andas. Fue el momento de revestirle los cinco metros de manto de terciopelo negro. Este año, sólo una concejala, ay, se acercó por el altar.
- Es un día muy especial -decía Pilar, la camarera mayor- La Dolorosa es una cosa muy nuestra, aunque sea propiedad del Ayuntamiento.
La Hermandad de la Soledad fue antes cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, y, antes más, Cofradía de la Virgen de la Soledad, fundada el año 1602.
Todo estaba preparado para el septenario que iba a comenzar el sábado siguiente, a las ocho de la tarde.
Terminada la ultima función del septenario, sacan a la Virgen en andas, con mucho miramiento y precaución, por la puerta grande de la iglesia de San Lorenzo.
Hay cientos de personas agolpadas en derredor, y veo, entre otros conocidos, a un amigo que le sigue, divertido, con la vista a un carterista habitual que se nos ha puesto delante
- Ése, ése -me indica con la mano derecha.
Miserias humanas. El gentío se agolpa ante la puerta de la iglesia, en la calle Mayor, cerrada ahora al tráfico, y en la plaza de las Recoletas, recoleta ahora como ellas, un poco más mágica bajo la luz anaranjada de las farolas.
Sale la Dolorosa en unas andas largas y vacilantes, a hombros de los portantes, nazarenos con hábitos morados y capuchas verdes. En el reloj sombreado de la torre son las ocho y cuarenta y cinco.
Cuesta un rato sacar a pulso la imagen y colocarla luego en posición de salida. Viene la gente a coger el hacha (facula y fascis=fascula) desde la calle de San Francisco. La procesión, con ayuda de unos guardias municipales, se pone pronto en marcha. La Dolorosa sale al final, entre aplausos, acompañada por varios miembros de la Corporación municipal, seguidos por los músicos de “La Pamplonesa”, que interpretan aires sacros y fúnebres.
Tiene la Madre Dolorosa, bajo su toca blanca almidonada, los ojos, casi sin cejas ni pestañas, abiertos por el amor, fijos en los de su Hijo en cruz, mientras el dolor abres sus labios rosados y perfectos, y sus manos se cruzan nerviosas en Súplica, impotencia y esperanza. Separada ahora de la cruz, su lugar de origen, el rostro que esculpió Novás y Ballbé se pierde aquí en la noche ciudadana, densa y colectiva, y yo quiero, con la espinela perfecta de Gerardo Diego en su poemario "Viacrucis", acercar esa mirada dolorida y temblorosa, hasta aquí, hasta mí, hasta todos los que vamos en dos filas de silencio y de compasión activa:
Dame tu mano, María,
la de las tocas moradas
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí, en mi torpe mejilla
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.
Paso junto a la casa, con placa conmemorativa, del cardenal Ilundain, arzobispo de Sevilla, capital de la tierra de María Santísima. Acaban de retirar los tiestos con plantas de una floristería.
Toda la calle Mayor, procesional y devota, se arrodilla unánime de balcones y se inclina reverente de aleros.
La gente se arracima, silenciosa o hablando quedamente, en las aceras, cerrados ya todos los comercios. Fachadas recién restauradas, color crema y color pistacho. La moda de clase nos muestra, tras el ventanal de “una tienda selecta” (boutique), vestidos de primavera en tonos pastel, con jerseys azul turquesa.
Las luces altas y laterales de la Casa Consistorial, que hermosean las pinturas de Casa Sánchez Ostíz y la piedra gótica y afrancesada de San Cernin, hieren de luz vertical el paso titubeante y conmovido.
Cuando llegamos a la Antigua Rua del Mentidero, la Virgen Dolorosa se nos ha quedado lejos y miro el confalón barroco del Ayuntamiento, que es toda la fachada, con las cuatro banderas oficiales, que saludan ahora también de oficio.
Se oscurece la luz en el último tramo de la calle de Mercaderes, donde algunos comercios han resistido mal la competencia y alguna galerías ya no tienen nadie que se asome a ellas.
Pena en el alma, Señora de la Soledad |
Sacada del contexto sacro y procesional de la Semana Santa, de su antiguo traslado la tarde del miércoles santo, hoy la Dolorosa parece más sola que nunca. Casi tan sola como la noche del viernes santo, cuando vuelve, huérfana y traspasada, a su refugio devocional de San Lorenzo.
Viene sola, aunque alta y levantada por la compañía amorosa de los fieles.
Sola y madre. Madre y sola.
En aquel libro desgarrador de Françoise Sagau, Des bleus à l’âme (cardenales en el alma), la creadora de tantos personajes solos y solitarios, pese a las apariencias, nos muestra la tensa desesperación de la soledad que corroe, dejada a sí misma, sin salir de sí, sin intentar el intercambio con los otros, con el otro:
Llego a desear el estallido, el desgarramiento del cielo, de nuestros ojos, de nuestro tímpanos, incluso esa quemadura infame y ese grito primitivo, grotesco en nuestra época de progreso técnico, que será forzosamente “¡Madre!”.
Primitivo, por primero, pero no grotesco. Y menos porque lo dicte así un llamado progreso técnico, que no puede, por sí sólo, llenar el vacío de un milímetro de soledad.
La primera fonda de la calle Calderería despide un fulgor de fragua antigua.
Una cruz verde y farmacéutica nos da paso a la calle Curia, empinada, romana y no levítica, con la catedral de fondo, severa de balcones corridos y forjados, olorosa de antigüedades, hospitalaria de hosterías. En una de ellas, un templario blande su espada trinchadora más que luchadora.
En un pequeño balcón trepan las enredaderas y se abren unas hortensias sorprendidas.
Tras las verjas del atrio de la Catedral -lugar privilegiado-, esperó un año el viajero la llegada de la procesión. Hoy sube, con el hacha de cera aún encendida, y allí aguarda el temblor de la Dolorosa, aplaudida por la muchedumbre.
Ante el altar de Santa María, convertida en Reina, el Orfeón Pamplonés cantará el motete de Tomás Luis de Victoria, Caligaverunt oculi mei, uno de los trances religiosos más altos de la música española.
Pero los ojos de la Madre Dolorosa seguirán abiertos a la luz del amor y de la esperanza.
A tí, doncella graciosa,
hoy maestra de dolores,
playa de los pecadores,
nido en que el alma reposa.
A tí ofrezco, pulcra rosa,
las jornadas de esta vía.
A tí, Madre, a quien quería
cumplir mi humilde promesa.
A tí, celestial princesa,
Virgen Sagrada María.
15 comentarios:
Aunque no puedo ir has conseguido que esté en el Traslado. Mil gracias. Me has emocionado hasta las lágrimas
Pedro
no entiendo mucho de arte, pero este video es lo mejor de lo mejor. No sé cómo agradecertelo. Solo esta simple palabra: ¡¡¡¡Gracias!!!
Vicior
En ese campanario de la catedral de pamplona, me habría gustado ser el campanero para acompañar en silencio a la virgen de la soledad
Impresionante!!!! Sin palabras!!! Silencio!!!
Javier
Patxi e Iñaqui creo que formais una simbiosis que ha dado y seguramente dará muchos frutos en pro de un pamplonesismo castizo,cordial y univeral.Por favor seguid emocionándonos
Gracias Pedro, Víctor, Javier, Ramón. Me encanta que compartamos el cariño por las cosas buenas de Pamplona.
Lo de la simbiosis me parece un poco exagerado en lo que a mí respecta. Lo que de verdad tiene mucho mérito es esa canción tan triste... ¡y tan hermosa!
¡¡Precioso vídeo... con su meláncolica canción!!... especialmente para los PTV, solo he visto el de la Dolorosa, pero me guardo tu blog.. para seguirte...
¡Fabuloso!
Ten presente a buen seguro que nos volveremos a ver.
Gracias.
Pepe Mateo
leo, lo vuelvo a leer. miro el vídeo,me fijo en las imágenes, en la letra de la canción, en la melodía tan triste... Solo puedo decirte:
Gracias!!!
Serafín
Estupendo Blog! Por cierto, un desliz de Arbeloa: la décima "Dame tu mano María", es, junto con otras que le siguen, del poemario "Viacrucis"(1931)de Gerardo Diego. El obispado de Santander lo ha reeditado más recientemente. Precisiones de bibliotecario.
¡Santa Semana Santa y Feliz Pascua de Resurrección!
Ahí va una poesía de autor anónimo. Para mañana viernes. No encuentro la versión del "Stabat Mater" de las "Rimas sacras" de Lope.
Ante el hórrido Madero
Del Calvario lastimero,
Junto al Hijo de tu amor,
¡Pobre Madre entristecida!
Traspasó tu alma abatida
Una espada de dolor.
¡Cuán penoso, cuán doliente
Ver en tosca Cruz pendiente
Al Amado de tu ser!
Viendo a Cristo en el tormento,
Tú sentías el sufrimiento
De su amargo padecer.
¿Quién hay que no lloraría
Contemplando la agonía
De María ante la Pasión?
¿Habrá un corazón humano
Que no compartiese hermano
Tan profunda transfixión?
Golpeado, escarnecido,
Vio a su Cristo tan querido
Sufrir tortura tan cruel,
Por el peso del pecado
De su pueblo desalmado
Rindió su espíritu El.
Dulce Madre, amante fuente,
Haz mi espíritu ferviente
Y haz mi corazón igual
Al tuyo tan fervoroso
Que al buen Jesús piadoso
Rinda su amor fraternal.
Oh Madre Santa, en mi vida
Haz renacer cada herida
De mi amado Salvador,
Contigo sentir su pena,
Sufrir su mortal condena
Y su morir redentor.
A tu llanto unir el mío,
Llorar por mi Rey tan pío
Cada día de mi existir:
Contigo honrar su Calvario,
Hacer mi alma su santuario,
Madre, te quiero pedir.
Virgen Bienaventurada,
De todas predestinada,
Partícipe en tu pesar
Quiero ser mi vida entera,
De Jesús la muerte austera
Quiero en mi pecho llevar.
Sus llagas en mi imprimidas,
Con Sangre de sus heridas
Satura mi corazón
Y líbrame del suplicio,
Oh Madre en el día del juicio
No halle yo condenación.
Jesús, que al llegar mi hora,
Sea María mi defensora,
Tu Cruz mi palma triunfal,
Y mientras mi cuerpo acabe
Mi alma tu bondad alabe
En tu reino celestial. Amén.
Gracias, Gregorio, por tu generosa aportación. Acabo de recibir el correo de V.M.Arbeloa autorizándome a corregirlo y agradeciéndote el detalle: "Agradécele, si conoces, al corrector.
Todavía llego a punto de corregirlo yo, antes de que el trabajo vaya en el tomo XV de la serie Por Navarra"
Como buena Pamplonesa,este vídeo me ha encantado.Bellas imágenes y bellísima canción.Iñaki,tus canciones nos hacen vibrar.Las letras y melodías
nos llegan al corazón de todos los Navarros.
Gracias por hacernos disfrutar tanto
Nati Garayoa
Gracias a ti, Nati. Tienes toda la razón: bellísima canción. Desde que la oí, no puedo quitármela de la cabeza. Le comunicaré ahora mismo a Iñaki tu comentario.
Este año no me lo pierdo. Gracias Desolvidar por tu convocatoria. Si el Iñaki, cantándole a la Dolorosa, qué triste pero qué hermosa, me emociona en música enlatada, en vivo, ¿ qué será ?. Llevaré el pañuelo, por si acaso, que los hombres también lloramos, y a veces más que las mujeres. A mí no me importa que me vean. La ocasión bien vale la pena, y nunca mejor dicho.
Por cierto, el Chipi inmenso y la fachada neoclásica de la Catedral, de Ventura Rodriguez, luce en todo su esplendor
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