Juan Soriano (1920 - 2006). "Cuatro esquinitas tiene mi cama" (1941)
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Era mi infancia una época en la que cualquier actividad tenía que estar presidida por la religión. Si veías un cura o un fraile por la calle, acudías solícito a besarle, respectivamente, la mano o el cordón. No se podía ni siquiera estornudar sin que alguien te mentase a Jesús (es muy curioso que el vasco, que en muchas ocasiones conserva el latín mejor que la lengua española, llame al estornudo "doministikun" de "dominus tecum", el Señor esté contigo). Por no hablar del "adiós", del sábado (Hebreo shabbath, cesar, descansar en honor de Yahvé) o del Domingo, "el día del Señor".
Nos vendían la Historia Sagrada como la auténtica historia. Tenías que santiguarte (hacer la señal de la cruz), "al levantarte, al salir de casa, al empezar un trabajo, al pasar delante de una iglesia, antes de comer, al acostarte y ante cualquier tentación o señal de peligro". Algo así creo que decía el Catecismo.
Y los actos más importantes tenían su oración específica. Por ejemplo:
Antes de comer:
Aquel bendito niño
que nació en Belén
nos bendiga la mesa
y a nosotros también
Al acostarse (Además de mi hermano, no sé cuánta gente más se metia en mi cama):
Cuatro esquinitas tiene mi cama,
cuatro angelitos guarden mi alma,
santa Mónica gloriosa,
madre de san Agustín,
a vos encomiendo mi alma
porque me voy a dormir.
Siempre me he preguntado qué pintaba la madre de S. Agustín en el momento de acostarse
Al levantarme (la cama seguía abarrotada):
Con Dios me acuesto,
con Dios me levanto,
la virgen María
conmigo la traigo.
Mal enemigo,
no vengas conmigo,
yo voy con Dios
y Dios viene conmigo.
Angel de la Guarda,
Angel de la Guarda,
dulce compañía,
no me dejes solo
ni de noche ni de día.
No me dejes solo,
que me perdería.
Al Ángel de la Guarda
y santo de este día,
un padrenuestro
y un avemaría.
Terminado el desayuno, mi madre preguntaba:
Y yo empezaba a persignarme:
Por la señal de la santa cruz, (cruz con el pulgar de la mano derecha en la frente)
de nuestros enemigos (en la boca)
líbranos señor Dios nuestro... (en el pecho)
Antes de ir al cole, mientras mi madre me ataba el último botón, o luchaba por dominar mi rebelde flequillo, rezábamos la oración (ahora me doy cuenta) más bonita de mi infancia:
-Ella: Dios te haga santito
-Yo: Amén
-Ella: Hombrecito de bien
-Yo: También
-Ella: Y muy requetebonito
-Yo: También, también, también
¡Y p'al cole!
Actualización 20.09.15: hoy, para sorpresa de todos (excepto Ramón), nuestro hermanico Nacho ha rezado en Cemboráin en italiano:
Nota: Ya no me acordaba de lo de "Porlá". Un amigo, que prefiere quedarse en el anonimato, me lo recordó hace unos días. Gracias Argala
Algunos comentarios de Facebook
7 comentarios:
lo de hombrecito de bien me parece precioso.
G.U.
si hubiera rezado con mi madre esa oración tan bonita... Gracias, de todo corazón. La rezaré con mis nietos
byron
en mi vida oí un reso tan hermoso entre una madre y un hijo
diego orantes desde ecuador
En Argentina tampoco conocemos esa oración tan bonita de Dios te haga santito, hombresito de bien... Gracias
Orlando M.
Cómo olvidar esas oraciones enseñadas con todo el cariño por una madre. Cuenta mi hermana (13 años mayor) que mi madre, cuando tendría yo tres años, me hacía repetir frase por frase la oración:
Jesusito de mi vida.... Jesusito de mi vida
Eres niño como yo..... Eres niño como yo
Pero al final me salió la vena contestataria:
tómalo, tuyo es, mío no... tómalo, tuyo es, Y MIO TAMBIEN
Precioso, me ha venido mi infancia y como nosotros tambien eramos familia numerosa, siete hermanos, pues me hago bien a la idea de dormir bien acompañado desde siempre.
Abrazos
J.G.
Patxi, no necesitas excusa para recordar oraciones. Y me parece que bastantes de tus lectores tampoco. Deberías hacer "examen de conciencia": quizás has conseguido nuevos rezantes para tan cursis oraciones al socaire de tus "entrañables" recuerdos.
Sea como sea gracias por citarla fuente. Siempre que no delates a Argala, puedes seguir usándolo como escudo...
Un abrazo
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