Años 50 Playa de San Pedro. Pasando el puente unos metros y girando un poco a la derecha, en las tres primeras décadas del siglo, encontraríamos al personal bañándose en la Huerta del Mochorro. Esos hierros que sobresalen del agua son el recuerdo de la presa de la piscina fluvial |
Después de las casas de Mina, en el actual número 26 de la calle
Errotazar, existe una antigua casa, hoy restaurada, por la que se
accede a la huerta que se hizo célebre en las tres primeras décadas
del siglo XX. por haberse instalado en ella los primeros baños
organizados de la ciudad, y en donde se bañaban «casi juntos» los
hombres y las mujeres.
Con el fin de escarmentar a los ladronzuelos, tuvo la genial idea de vestirse con la túnica y caperuza de la Hermandad de la Pasión, y una tras otra, todas las noches, aparecía de entre las negras sombras del huerto, golpeando con flexible vara de fresno a los temblorosos rapazuelos que bautizaron a la huerta con el título de 'el Mozorro', palabra navarra, de origen vasco, que significa máscara o disfraz. Esta palabra se transformó, seguramente por falsa interpretación auditiva, en 'Mochorro'.
1. Huerta del Mochorro 2. Canal procedente de la presa de San Pedro 3. 'Puentecillo' 4. Puente de San Pedro 5. Río Arga 6. Puente del Vergel |
En las postrimerías del siglo XIX, esta huerta pertenecía a un castizo y honrado hortelano llamado Francisco Redín, que con gran disgusto contemplaba todos los años cómo le robaban los mejores frutos de sus árboles una cuadrilla de descarados y desaprensivos mocetes.
Aunque no son nuestros mozorros, sí es nuestro Coletas |
[Recuerdos infantiles: "Mozorrico, mozorrico, dame un caramelico". Y nos daban. Y todavía algunos siguen dando. Propongo recuperar esta tradición y darle más fuerza con caramelos marca "El mozorro". Y, de paso, que perviva esta palabra tan de Navarra]
El Mochorro estaba enfrente al prado de la Cera, y su huerta cerca
del molino de Alzugaray y la fábrica de linaza. Hacia la arboleda de
San Pedro se comunicaba con un puentecillo por el que se pasaba
también al prado de la Lana.
El buen Redín, dueño del Mochorro, tenía entre su casa y la huerta
un terreno protegido por tupidas ramas que hacían del lugar un
rincón tranquilo y discreto, atravesado por el canal que baja de la
presa de San Pedro. Aprovechando todo esto, Redín instaló dos
cuerdas para que los bañistas se sujetasen, sobre todo cuando abrían
las compuertas de la presa para dar agua al molino de Alzugaray, ya
que generalmente aquellas avenidas de agua producían grandes sustos
entre los bañistas.
En la prensa local del primer año del siglo se anunciaba: «Se ha
abierto la temporada de baños para señoras y caballeros, con la
debida separación, al precio de 0,10 ptas.»
En el Mochorro se servía, para los que lo deseaban, chocolate y se alquilaban taparrabos por una ochena (10 céntimos de peseta).
Algunos hombres se bañaban en calzoncillos (de aquellos largos que
se sujetaban en el tobillo con dos cintas), la mayoría lo hacían en
porreta, y las mujeres se bañaban con bata. Según testigos
presenciales, me han asegurado, que aquellas mujeres resultaban más
provocativas en bata que hoy resultan en bikini.
[Mientras
el río Arga fue fuente de ingreso para su madre, la pequeña Josefina acudía al “mochorro”
mientras
cuidaba de su hermano menor, por cuyo cuidado hubo de abandonar la
asistencia a la escuela:
“Iba al “mochorro” con el crío; lo dejaba en el suelo y yo a nadar con una bata bien chula. Yo nunca fui a bañarme en los baños públicos, donde cobraban un real. Iba al “mochorro”, en el Prado de la Lana, por la calle Errotazar. Allí nos bañábamos por una ochena; había una cuerda para agarrarse. Cuando ya aprendí a nadar lo hacia en la presa de San Pedro”.]
[Ochena: por dos veces aparece en el texto este localismo navarro que de niños usábamos con toda naturalidad: tresena (3 chavales, trío), cuatrena (5 céntimos), ochena (10 cm), novena (9 días), docena (de huevos, por ej.), quincena... En un principio, la ochena equivalía a la moneda de ocho maravedíes. Moneda de 10 céntimos de peseta. Fuera de Navarra se llamó 'perra gorda']
“Iba al “mochorro” con el crío; lo dejaba en el suelo y yo a nadar con una bata bien chula. Yo nunca fui a bañarme en los baños públicos, donde cobraban un real. Iba al “mochorro”, en el Prado de la Lana, por la calle Errotazar. Allí nos bañábamos por una ochena; había una cuerda para agarrarse. Cuando ya aprendí a nadar lo hacia en la presa de San Pedro”.]
[Ochena: por dos veces aparece en el texto este localismo navarro que de niños usábamos con toda naturalidad: tresena (3 chavales, trío), cuatrena (5 céntimos), ochena (10 cm), novena (9 días), docena (de huevos, por ej.), quincena... En un principio, la ochena equivalía a la moneda de ocho maravedíes. Moneda de 10 céntimos de peseta. Fuera de Navarra se llamó 'perra gorda']
Sitna 66-71 1. Desde el 42 ya aparecen las dos piscinas de San Pedro 2. Esa línea podría ser la represa 3. Puente de San Pedro |
Para separar los hombres de las mujeres se instaló una valla de
tablas de un par de metros de altura que dividía la solanera, y una
cortina hecha con sacos, que impedía que los bañistas se viesen, en
la cual había un letrero que rezaba: «Se prohibe bucear cerca de la
cortina». A pesar de la prohibición, siempre había algún tritón
descarado que se pasaba al otro lado de la harpillera, provocando
grandes alborotos en el gineceo.
Ahora bien, la auténtica revolución en los baños del río, el
nacimiento del deporte de la natación en Pamplona, tuvo lugar en el
año 1931, en el que se fundó el «Lagun-Artea» (el 2 de agosto),
el Club de Natación (el 27 de agosto) y el «Club Larraina», que
terminó su piscina en 1933. Estos fueron los pioneros de la natación
en nuestra ciudad y convirtieron los baños en deporte.
***
Entre los beneficiarios del Canal
destaca sobremanera el Molino de Alzugaray, central eléctrica y fábrica de un
pan excelente y muy cotizado.
Mirando los planos de 1880 y
1915ca, viene dibujado como una isleta entre dos brazos del canal.
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