1960 El profesorado,antes de que se abriera el El Caballo Blanco |
Agradablemente sorprendido por este magnífico artículo de José Ignacio Palacios, en el que alaba la calidad y laicidad de la enseñanza pública en el Ximénez de Rada, donde hizo el Bachiller en los 60.
Al final, tenéis un emotivo recuerdo las que lo hicisteis en el Príncipe de Viana.No puedo evitar enlazar algunos comentarios entrañables de Face
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El 18 de agosto de 2001 fallecía en un trágico accidente Joaquín Romera Gutiérrez, profesor del I.E.S. “Plaza de la Cruz” y compañero mío que fue durante siete cursos, desde primero de Bachiller hasta Preuniversitario en ese mismo edificio que entonces albergaba dos Institutos: el femenino – “Príncipe de Viana”- y el masculino –“Ximénez de Rada”-. Cuando el Director del Instituto, Julio Urtasun, me habló de la publicación que en recuerdo a Joaquín tenían en proyecto me pidió que colaborase en ella. A partir de ese momento mi memoria empezó a volar y el resultado fue este trabajo, que se publicó en el libro que lleva por título “Joaquín Romera Gutiérrez, In Memoriam”, que vio la luz en los primeros meses de 2002.
MEMORIAS DE OTRO TIEMPO
Santo Tomás: “desayuno para seiscientos” en el Café Iruña |
Corría el año 1962 y todos los niños (y niñas) que en ese año cumplíamos diez teníamos que hacer, en las convocatorias de junio o de septiembre, el examen de ingreso en los Institutos de Enseñanza Media y, si lo aprobábamos, al curso siguiente emprendíamos la enseñanza secundaria, que constaba de dos partes, la primera de cuatro años que culminaba en una reválida con la que se lograba el título de bachiller elemental y, la segunda, tras haber optado entre ciencias o letras, de otros dos con otra reválida, en la que se alcanzaba el título de bachiller superior. Después, y para los que querían acceder a la Universidad, estaba el curso preuniversitario (el Preu) y la prueba de fuego, y para muchos su primera salida de casa, el viaje a Zaragoza donde había que hacer el examen en su Universidad, pues Navarra pertenecía al distrito universitario de Zaragoza.
Una vez superado el examen de ingreso los padres tenían que escoger el centro escolar de sus hijos. Entonces no era como ahora que la mayoría de los colegios están concertados, por eso lo primero que tenían que hacer era optar entre la enseñanza pública, con lo que la única opción era el Instituto, o la privada, en uno de los 25 colegios privados de carácter religioso que había en Navarra. Los colegios eran de pago, y unos costaban más que otros, por lo que si se decidían por esa segunda opción, a la hora de escoger el centro tenían que tener muy en cuenta su disponibilidad económica siendo éste, en la mayoría de los casos, el criterio determinante para inclinarse por uno u otro. En esa época era fácil conocer el status económico por el colegio al que se iba. El poder adquisitivo era un tamiz que colocaba a cada uno en el lugar que le correspondía, no era igual estudiar en Jesuitas, Maristas, Escolapios, Salesianos, etc. etc. En Pamplona solamente había un Instituto masculino, el Ximénez de Rada, y otro femenino, el Príncipe de Viana, que eran dos hermanos mellizos que compartían un edificio, el de la Plaza de la Cruz, que había sido inaugurado en el curso 1944-45. Y en ese año, 1962, echaron a andar sus respectivas secciones filiales.
Las diferencias entre los colegios y el Instituto eran varias. El Instituto era interclasista, en la misma clase podía estar el hijo del embajador, del médico afamado o del catedrático de universidad junto con el del peón de albañil o agricultor más pobre que podían estudiar gracias a las becas del P.I.O. (Patronato de Igualdad de Oportunidades) y todos eran iguales.
De izda. a dcha. 1. Asensio (dibujo) 2. Josefina García Gainza (fil.) 3. No sé 4. Pilar Zuasti 5. Josefa Cereza 6. Lolita Jaurrieta Cortesía de JIPZ |
Por otro lado, mientras que en los colegios se imponía la religión a machamartillo y se obligaba a ir a misa y otras funciones religiosas a horas muy tempranas con el consiguiente madrugón y se imponían sanciones a los que no iban, en el Instituto no había más formación religiosa que la asignatura de Religión, que era una de las llamadas “marías” (junto con la gimnasia y la Formación del Espíritu Nacional), que nos la daba don José Vera o don Ignacio Astiz, y en la que el aprobado general estaba asegurado.
También nos diferenciábamos en las vacaciones de verano, ya que a los del Instituto nos las daban en los últimos días de mayo, pues el mes de junio se dedicaba a los exámenes de los alumnos libres, con lo que teníamos cuatro meses largos de holganza, mientras que en los colegios terminaban hacia San Pedro y empezaban el curso a mediados de septiembre.
Y ... otra diferencia era que mientras que en los colegios se libraba el jueves por la tarde, en el Instituto lo hacíamos en la del sábado. En esa época no había llegado todavía a este país la semana inglesa, ni la cultura del fin de semana y lo normal en oficinas y empresas era trabajar el sábado, por la mañana y por la tarde. ¡La fiesta, el descanso semanal, empezaba al anochecer el sábado!
Pues bien, entonces, en el mes de octubre de 1962, tras la solemne Apertura de Curso, que se celebraba en el paraninfo de los Institutos, a la que asistían las primeras autoridades académicas, civiles, militares y religiosas, y tras la compra de los libros de texto en Escudero o en la Casa del Maestro, iniciamos nuestra enseñanza secundaria y emprendimos nuestra estancia en el Ximénez de Rada que para algunos duraría hasta 1969.
El Director era don Luis Antonio Montes, que llevaba en el cargo unos dos años en los que había hecho grandes innovaciones en el Centro, había construido el gimnasio, la sala de juegos, el “Albin Club” y hasta un bar que lo regentaba Manolo y su familia. También había puesto un uniforme (pantalón gris, camisa blanca, corbata, y americana de rayas azules y negras) que normalmente estrenaban los pipiolos de primero y, a medida que iban creciendo y se les rompía, caía en desuso.
Las clases eran multitudinarias, normalmente estábamos más de 30, y en cada curso solía haber dos grupos, “A” y “B”, ordenados alfabéticamente, con lo que la división solía caer hacia la letra “L”. Por razón de apellido a Palacios y a Romera siempre nos solía tocar en el aula “B”.
1995 restos del muro separador |
EL A 2 de Eliseo Sánchiz Sanz |
Junto al patio, en la calle Tafalla, se solía colocar el famoso Eliseo Sanchíz con su no menos famoso “carrico” de EL A 2, que era uno de los lugares en donde nos aprovisionábamos de las pipas (a peseta la bolsa), crispetas, chicles, bombas, etc. que después degustábamos en clase, eso sí, sin que te viera el profesor.
21.XI.1969 Derribo de San Juan. Al fondo, Obispo Irurita, 2 |
En cuanto a disciplina era la suficiente para mantener el orden. A comienzo del curso nos entregaban una tarjeta que se denominaba “Coeficiente de Conducta”, que era un crédito de 10 puntos que se iban perdiendo a medida que se cometían las faltas. Lógicamente el que llegase a perder todos los puntos (cosa rara) era expulsado. Alguna vez, y ante una rebelión general, el profesor o profesora mandaba cortar medio punto o punto entero, a todo la clase, orden que tenía que ser ejecutada por el Delegado de Curso, como le sucedió al bueno de Tomás Ondarra que, en el Curso 1965-66, tuvo la paciencia de anotar en el reverso de cada tarjeta lo siguiente: “15.03 medio punto por falta colectiva Srta. Golvano”.
Además de las fiestas normales del calendario como podían ser el Pilar, Todos los Santos, San Saturnino, San Francisco Javier, San José o el 1º de Mayo, había dos fiestas especiales. El 25 de febrero, cumpleaños del Director, y el día de Santo Tomás, el 7 de marzo.
El día de “la fiesta del Dire” nos reuníamos con él en el Salón de Actos y aún recuerdo como si fuera hoy el día en que Montes subió al escenario y nos dijo que cumplía ¡50 años!, entonces, a la altura de mis once años, me parecía viejísimo y ahora que me pongo a reflexionar me doy cuenta de lo joven que era. ¿Por qué será?
El 7 de marzo, Santo Tomás, nuestro Patrono, era el día grande. Empezaba con una misa, que se celebraba en los Dominicos, junto al Ayuntamiento, seguida de un “desayuno para seiscientos” en el Café Iruña de la plaza del Castillo, después solía haber un Festival en el que junto alguna representación en el que se imitaba a los profesores y a los personajes del momento y se contaban chistes, el grupo musical del Instituto nos interpretaba su repertorio (en el que no podía faltar Los Sitios de Zaragoza y En un mercado persa), y había una actuación, al estilo Dúo Dinámico, de los hermanos Andía.
Ruiz de Alda 1968 3º izda: Gregorio Górriz |
Todavía no se había impuesto el inglés y casi todos los de la clase estudiaban como lengua moderna el francés. Tan sólo tres, cifra que se repitió desde segundo hasta sexto de bachiller, estudiábamos la lengua de Shakespeare. A lo largo de los cursos tuvimos tres profesoras: Paquita Cachafeiro, Zuri Urmeneta y Marisa Abril, de las que guardo un magnífico recuerdo.
A los profesores se les conocía bien por el mote o apodo (que los omitiré para que nadie se pueda molestar a estas alturas de la vida) o bien por su apellido y, eso sí, en todo caso con el articulo determinado (el o la) incorporado. En esa época nos repartían a los alumnos un díptico en el que, junto con escudo del Instituto y el calendario del año, en sus páginas interiores aparecía la relación de profesores con su dirección y teléfono de casa. ¡Cómo cambian los tiempos!, supongo que esa costumbre hace años que por prudencia habría caído en desuso.
En esa época no se habían inventado ni las APAS ni las APYMAS y los padres en raras ocasión aparecían en escena, por lo que la relación era de forma directa profesor-alumno.
Tras esa relación tan próxima creo que puedo decir que de los profesores recibimos una educación muy buena y liberal, que poco tiene que ver con los estereotipos que de la enseñanza de esa época ahora se intenta transmitir. Lógicamente cada profesor tenía su manera y su forma de enseñar pero, lo que sí es cierto es que la gran mayoría eran serios y rigurosos y nos dieron una sólida formación. En estos momentos tengo que recordar con cariño a los que fueron mis profesores, entre los que a modo de ejemplo citaré a Tomás Ondarra, Guillermo Mur, Josefina García Gainza, Luis Rubio, Mª. Ángeles Irurita, Guillermo Alonso del Real, Ana Uriarte, José Lampreabe, Gerardo Sacristán, José Manuel Rodríguez Cerqueiro, … así como a los que ya he citado antes: don Ignacio Astiz, don José Vera, Mª. Ángeles Golvano, Cachafeiro, Urmeneta y Abril, y ¡cómo no! a mi madre: Pilar Zuasti. Tampoco puedo olvidar a otros que aunque no me dieron clase, bien por impartir asignaturas de letras o francés, o bien sea por otras circunstancias, como los dos hermanos Montes, Luis Antonio o Javier, Josefa Cereza, Inés Martín, Lolita Jaurrieta o Jesús Salanueva también dejaron su impronta en los jóvenes que aspirábamos a ser mayores.
Fueron pasando los cursos y desde el Instituto fuimos cambiando, de niños nos fuimos haciendo adultos, y al mismo tiempo vimos cambiar el mundo. Desde las aulas nos enteramos de los asesinatos de los hermanos Kennedy (John y Robert) y del de Martín Luther King, de la guerra de Viet Nam, del nuevo Papa Pablo VI y del fin del Concilio, con los grandes cambios que supuso en la Iglesia y en la sociedad en general, de los Beatles, del Referéndum de la Ley Orgánica del Estado (14 de diciembre de 1966, fecha en la que como el Instituto era colegio electoral tuvimos fiesta, y en el cine Avenida nos proyectaron la película Franco ese Hombre), del triunfo de Massiel en el Festival de Eurovisión, de la irrupción de la minifalda y del mayo del 68 en el París estudiantil.
También vimos cómo iba cambiando Navarra y Pamplona. Empezó el despegue de la industrialización, se instaló la primera fábrica de coches, la de Authi. Con ocasión de los XXV Años de Paz se inauguró la primera (que durante años fue la única) piscina cubierta de la ciudad. En las casas fue siendo normal que se tuviera un aparato de televisión en el que se podía ver el único canal de “la mejor televisión de España”, eso sí, cuando “el poste” de San Cristóbal o el de Sollube lo permitían, y ya en los últimos cursos algunos tenían el lujo de poder ver hasta el UHF. El parque automovilístico se dobló. Se empezaron a construir los barrios de San Juan (ver foto del derribo del Campo San Juan) y de San Jorge, … Y aparecieron las primeras discotecas como El Guacamayo o el Young Play.
A las chicas les pasaría parecido |
Ahora, cuando desde la distancia rememoro esos años que tan decisivos fueron en nuestra vida, el balance no puede ser más positivo. Tengo que reconocer que guardo un entrañable y magnífico recuerdo de mi paso por el Instituto y un agradecimiento que va acreciendo con el paso del tiempo hacia los profesores que nos supieron dar una sólida formación, sin imposiciones y con toda la libertad que esos tiempos permitían. Y, ¡cómo no!, de los compañeros a muchos de los cuales les he perdido la pista y a otros, como Joaquín Romera, a pesar de que seguíamos viviendo en la misma tierra, se pueden contar con los dedos de una mano las veces que le volví a ver desde que dejamos las aulas, la última dos meses antes de su muerte y casualmente en la puerta del Instituto de la calle Sangüesa por la que tantas veces habíamos entrado juntos.
José Ignacio Palacios Zuasti |
José Ignacio Palacios Zuasti
Pamplona, enero de 2002
Himno del Instituto "Príncipe de Viana"
La fuente son mis hermanas. Todas ellas se lo saben porque todas han pasado por las aulas del Príncipe de Viana. Y todas comparten con José Ignacio el mismo sentimiento: "si pudiéramos volver a esas décadas de los cincuenta, sesenta, setenta... a esos años del bachiller, nuestro deseo sería volver de nuevo al Príncipe de Viana".
Según dice JIPz, en un comentario de abajo, el himno fue compuesto por don Joaquín Vitriáin. Y dice tal que así:
Según dice JIPz, en un comentario de abajo, el himno fue compuesto por don Joaquín Vitriáin. Y dice tal que así:
Instituto
femenino de Pamplona, eres cuna del arte y del saber,
que pones una espléndida corona en la
joven que aspira a ser mujer.
Mansión de paz, de dicha y de ventura,
tú formas nuestra hermosa juventud,
tú irradias en la mente la cultura y
en nuestro pecho, el bien y la virtud.
Os enlazo a este artículo por el 175 Aniversario.
10 comentarios:
Todavía recuerdo con gran cariño las clases de don Luis Antonio Montes, no sólo de Griego, sino de vida y que me formaron profundamente. Tuve el honor de pronunciar, como delegado de COU, el discurso de despedida a don Luis Montes y a don José Lampreabe en el momento de su jubilación, así, a ojo, en 1978.
Román Luzán Suescun
Muchas gracías por este maravilloso artículo, a pesar de ser la pequeña de los Montes,y no recordar del todo esos tiempos, me llena de nostalgia, de alegría y de agradecimiento. Estuve en el discurso de despedida de mi padre, donde asumí su relevo, como catedrática de filosofía.
Ahh, y me ha encantado el himno que no conocía y que por cumpleaños del director hubiese fiesta!!! Vaya, vaya.. que buenos fritos los de Manolo
Muchas gracias, José Ignacio, por este magnífico reportaje que me trae tantos buenos recuerdos de compañeros, profesores, sitios,actividades, etc. Sirva de homenaje y cariñoso recuerdo a Joaquín Romera. Yo me incorporé al Instituto Ximénez de Rada en el curso 1967-68. Procedía del instituto Ramiro de Maeztu de Madrid, donde había vivido hasta entonces. El contraste para mí fue ciertamente grande. La diferencia de "culturas" (como diríamos hoy) era muy grande. Salí ganado en muchas cosas, como la hora de levantarse (las clases en Pamplona empezaban a las 9 y media y tardaba cinco minutos en llegar desde casa!!) y había una bastante liberalidad en la disciplina. Añado a los recuerdos (entre los 14 y 17 años) la Servi de los almuerzos (cuando había dinero), las tortas de chanchigorri (un hallazgo para mí) de la tienda de la esquina de la calle Sangüesa, el cigarrillo (fumábamos casi todos) del patio y la música pop de la radio (del programa Requeteritmo de Joaquín Luquin) que oíamos por la noche. Añado los apellidos de algunos compañeros que también recuerdo: Apiñániz, Goyache, Elizondo, Senosiáin. Y multitud de palabras del "argot" e Pamplona de la época que eran un nuevo idioma para mí: torda, flajo, lacha, etc. Un fuerte abrazo a todos. Juan Lahuerta
Muchísimas gracias, Román Luzán, Maria Jose Montes, Juan Lahuerta... por vuestros comentarios que demuestran buenísimos recuerdos de vuestra estancia. Se los transmitiré a José Ignacio
Me envía José Ignacio Palacios este comentario para su publicación:
Muchas gracias Román, María José y Juan por vuestras amables palabras. Me alegro que os haya gustado.
Cuando murió Joaquín Romera, el director del Instituto (ya 'Plaza de la Cruz), Julio Urtasun, me pidió que escribiera algo para un libro que iban a dedicarle. Me sugirió: "puedes escribir de Carreteras". En ese momento yo era consejero de 'la cosa' pero, lógicamente, no era una autoridad en la materia como para ponerme a escribir sobre ellas. Eso se lo dejo a Javier Manterola que lo puede hacer sobre puentes. Eché a volar mi imaginación y salieron esos recuerdo.
Román: don José Lampreave nació el 23 de julio de 1913 y don Luis Montes el 25 de febrero de 1914 (el día de "la fiesta del dire"). Como se jubilaron a los setenta años, tu intervención habría sido en 1983/84.
María José: el himno del Príncipe de Viana lo compuso don Joaquín Vitriain, sacerdote y profesor de ese Centro.
Juan: ¿te acuerdas de nuestras clases de inglés con Zuri Urmeneta y María Luisa Abrill Martorell? Estábamos tres alumnos. El resto ... en francés.
Unos años después, en 2008, falleció otra profesora de ese Instituto, Mariasun Martínez Aoiz, a la que yo no conocí. Me pidieron otra colaboración y entonces hice unas variaciones sobre el mismo tema: "Recuerdos en la lontananza", que se publicaron en otro libro.
Un fuerte abrazo para todos.
José Ignacio Palacios
Cierto lo de las fechas. Lo corregí sólo en el FB de Patxi. Me confundí con el final de mi EGB.
Buenas tardes, he visto este texto cuando buscaba el nombre de la profesora de filosofía, los de ciencias entonces también la cursábamos. Actualmente estudio en la UNED Geografía e Historia y damos dos asignaturas de Historia de la Filosofía. Quería mencionarla en el foro de la asignatura pero no recordaba su nombre y gracias a vosotros lo he encontrado: Josefina García Gainza. Tengo un buen recuerdo de sus clases, exigente en los exámenes pero justa.
Yo también estudié en esa época y con los años me doy cuenta de la calidad de su enseñanza.
Un saludos a todos.
Gracias por tu comentario, buscador de Josefina Gainza
Hola soy Enrique Gómez Esteban y estudie en el Instituto Ximenez de Rada desde 1965 a 1969 en que mis padres y yo claro nos fuimos a Irun.
Recuerdo con mucho cariño a mis compañeros y profesores ya que por entonces siempre se pasaba lista y los nombres de tuscompañeros se repetian diariamente.
En primero de Bachillerato, me tocó la clase B y era el número 2: Antonio Gastaminza Nuin, Enrique Gomez Esteban(yo), Gonzalez Gonzalez, Jose Maria, Idoate Cervantes, Elias, Idurain .....
Muchos recuerdos a todos mis profesores que son un ejemplo para mi y quiero recordar algunos nombres como Vicente Asensio (Dibujo), Montes (hermano del director - Latin), Ines Martín Sanchez (Frances), el profe que nos daba Ciencias Naturales con el Libro Salustio Alvarado que ahora no recurdo su nombre y por supuesto mi profesora de Quimica PILAR ZUASTI.
Si me lo permitis, quisiera contaros una anecdota con nuestro profesor de Latin, Montes Andia creo que cursando tercero de Bachiller.
Era un sábado por la tarde de invierno y volviendo a casa después de ver una pelicula en el Instituto, pasamos por la casa del profesor de latin hacia el barrio de La Milagrosa, que era donde viviamos. Eramos una media docena.
Alguien comento, que podiamos llamar al tefno del profesor - una gamberrada - y lo hicimos y mira por donde que en ese mismo momento apareció D. Montes Andia con su Sra y nos pillo infraganti. Claro que nos fuimos corriendo.
No recuerdo quien fue, Vicente Jasa, Ricardo Echandi, Julian Lacalle, Pedro Osinaga etc, pero comentamos que lo mejor sería volver y pedirle perdón. Con mucho miedo, dimos media vuelta y nos disculpamos , creo que de todo corazón- La Sra de Montes nos lo puso fácil y nuestro odiado profesor de Latin, nos dijo que "disculpas aceptadas" y que por él nada había sucedido. Y así fue.
Así eran las cosas en 1968.
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