jueves, 9 de abril de 2009

Francisco de Val: Camino de Caacupé

¡mi alazán, te estoy nombrando!
Se trata de una canción, con letra y música de Francisco de Val y arreglos del paraguayo Juan Alfonso Ramírez, que me tiene preocupado no sólo por lo curioso de la situación que retrata, sino también por sus muchas coincidiencias.

Aún no he podido averiguar en qué año la hicieron (yo calculo que entre hacia el 60, años gloriosos de García de Val), pero sí tengo letra y música:




Camino de Caacupé
(Francisco de Val- arreg. Juan Alfonso Ramirez.
canta Grupo Generación)

En un caballo alazán
que tiene crines de llamarada,
camino de Caacupé,
camino de Caacupé,
voy cantando con mi amada.

Tiene los ojos azules
de tanto y tanto mirar al cielo;
se llama como mi madre,
se llama como mi madre,
que se llamaba Consuelo.

Susurrándole al oído
poemas de Ortiz Guerrero,
se me ha quedado dormida,
acurrucada en mi pecho.

A paso de procesión
puse el caballo lucero,
mientras yo cortaba rosas
para su manta de pelo.

Las mozas me preguntaban,
cuando cruzamos juntito al puente:
¿por qué me vas tan lentito,
por qué me vas tan lentito
siendo el caballo tan fuerte?

Y deshojando una rosa
sobre su lindo rebozo verde,
les contestaba muy quedo:
“se me ha dormido la Virgen,
no quiero que se despierte”
“se me ha dormido la Virgen,
no quiero que se despierte”

La situación es curiosa: el mozo y su amada, montados en el mismo caballo, se dirigen cantando a Caacupé. Consuelo, así se llama ella, escucha los poemas de Ortiz Guerrero , que le susurra su amante. Pero, a pesar de ir a caballo y de que Ortiz Guerrero es un gran poeta, y, además, paraguayo, se queda dormida. Él, entonces, en vez de enfadarse y poner al caballo a cuatro suelas, lo pone a paso lento. Esto le permite ser abordado por unas chicas que se extrañan de la lentitud del caballo. Y él les quiere hacer creer que la moza que lo acompaña es nada menos que la Virgen de Caacupé y que la lleva lentito para que no se despierte.

Como veis, una situación absolutamente normal. Yo pienso que las chicas se quedaron tan convencidas que, inmediatamente, se pusieron manos a la obra para levantar el santuario.

Dejando las bromas aparte, pasemos a las coincidencias.

Para empezar, la primera es el título de esta canción, muy parecido al de una partitura de F. de Val de 1960, un son huazteco titulado “Camino de Guadalupe” y catalogado como música mexicana (tan parecido que, al principio, pensé que era una errata. Me salvó del error la catalogación como música mexicana). Aunque el Guadalupe de esta partitura está en Mejico y el Caacupé de la canción de la que tratamos se encuentra en Paraguay, además de sonar parecido, se trata de dos centros marianos, dos santuarios dedicados a la Virgen. ¿Estamos ante la misma, o parecida, canción, al menos en lo que se refiere a la letra? (Curioso también que el manto, el rebozo de la Virgen de Guadalupe sea verde, como el de la amada).

Miremos los dos primeros versos: “En un caballo alazán que tiene crines de llamarada”. Es casi inevitable pensar en la “crin revuelta en llamarada” de “El alazán” de Atahualpa Yupanqui (Argentina, 1908-1992). ¿Coincidencia? ¿Plagio? ¿Quién a quién? Pero , pon a galopar al alazán y disfruta, que de eso se trata:

Era una cinta de fuego
galopando, galopando
crin revuelta en llamaradas,
¡mi alazán, te estoy nombrando!

Trepó las sierras con luna,
cruzó los valles nevando.
Cien caminos anduvimos,
¡mi alazán, te estoy nombrando!

Oscuro lazo de niebla
te pialó junto al barranco
¿Cómo fue que no lo viste?
¿Qué estrella andabas mirando ?

En el fondo del abismo
ni una voz para nombrarlo,
solito se fue muriendo
¡mi caballo, mi caballo!

En una horqueta del tala
hay un morral solitario,
y hay un corral sin relinchos.
¡mi alazán te estoy nombrando!

Si como dicen algunos
hay cielos pa'l buen caballo,
por ahí andará mi flete
galopando, galopando...

Oscuro lazo de niebla
te pialó...

En el fondo del abismo
ni una voz...

Vamos a la segunda estrofa: “Tiene los ojos azules de tanto y tanto mirar al cielo”. Imposible que no venga a la mente (con todas las variantes que se quiera), no ya de un navarro, sino de cualquier persona de habla hispana, eso de:

Tienes los ojos azules,
más azules que turquesas,
azules como la mar
y como el soñar en una ilusión.
De tanto mirar al cielo...
De tanto mirar al cielo
a mi navarra es la que quiero,
porque esa es mi voluntad
y ese es mi querer hacia la mujer.
Tienes los ojos azules...

(Versión curiosa de la Alpujarra:. Haz clic para abrir la página, edición, buscar, escribe “turquesa”. Date un garbeo por la infancia y vuelve, que sigo)Vamos a la última estrofa: “se me ha dormido la Virgen, no quiero que se despierte”. También evidente, ¿no?:

El Ebro guarda silencio
al pasar por el Pilar.
La Virgen está dormida,
la Virgen está dormida,
no la quiere despertar.

Pero las coincidencias no son sólo de expresiones, palabras o frases, sino también en el simbolismo. En esta canción, Francisco de Val va transformando a la mujer, a la amada, en algo celestial: ojos azules (como el cielo); la compara con su madre (que ya está en el cielo: se llamaba Consuelo); la viste como una virgen: manta (manto) de pelo, rebozo verde. La pasea en procesión. Y finalmente la hace pasar por la Virgen. En una entrada anterior, “Francisco de Val: erotismo y censura”, dedicada a “Camino del cielo” (fijarse en el detalle: otra vez Camino), la mujer convertida en cáliz es la ofrenda dirigida al cielo por el hombre, el moreno, convertido de repente en el sacerdote que eleva el cáliz y la hostia en la consagración.

Y una pregunta: Si en “Camino del cielo”, al convertirse la mujer en cáliz, el moreno se transforma en el sacerdote, en “Camino de Caacupé”, al disfrazarse la amada de Virgen, en que se convierte el mozo? ¿En el casto José?

En resumen, demasiadas coincidencias, para que sea puritita casualidad, ¿verdad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto, Patxi, más que un blog, es una tesis doctorVal (que dírías tú). Gracias por hacerme desolvidar al Alazán de Yupanqui.
María