martes, 15 de abril de 2025

El manto de la Dolorosa y las Adoratrices pamplonesas

Las camareras de la Dolorosa de Pamplona son miembros de la Hermandad de la Soledad, que visten la imagen de la Virgen para procesiones y traslados
El día 21 de Julio de 1.867, en la localidad de Tolosa, la pamplonesa doña Sofía Villanueva dejó testado “un manto de terciopelo negro, bordado en oro, y con su correspondiente cola, para la Virgen Dolorosa”.
En 1882, con el dinero ya cobrado, el Ayuntamiento encarga la confección del mismo a la empresa ROCA Y CASADEVALL de la calle Escudilleros 64 de Barcelona.
Al ver la suntuosidad del manto nuevo, el Ayuntamiento pensó que la imagen para la cual fue donado el mismo, no estaba en consonancia con él, por lo que encarga una nueva talla al escultor catalán don ROSENDO NOVAS. 
Con el importe de la donación, 10.800 reales, fue pagado el manto y el busto de la Imagen.
1960.- El manto donado por la señora Villanueva tiene ya 77 años y por lo tanto su estado es bastante deteriorado, ya no caben arreglos. Por este motivo el Ayuntamiento decide hacer uno nuevo. Pero no hay dinero para ello. Y así promulga una suscripción popular. El manto, confeccionado por las Madres Adoratrices, tiene un coste de 425.000 y la recaudación popular fue de 242.520,35 Ptas. El resto lo aportó el propio Ayuntamiento.

10 monjas, a 12 horas diarias, durante 180 días, igual a 21600 horas. ¡Lo bordaron!
Pamplona en blanco y negro
El manto de las Adoratrices de 1960
El 1 de abril de 1960, la imagen de la Dolorosa estrenó el manto que, para ella y por suscripción popular, habían bordado 10 monjas
Con 10 kilos de hilo de oro, algunas perlas y también rubíes, sobre una superficie de terciopelo negro de 3.80 x 4 metros, y con dibujos diseñados por los hermanos Cía, entre ellos más de 2.000 palmas. Así trabajaron a un ritmo de 12 horas diarias, 10 monjas de las Adoratrices del convento de la calle Dos de Mayo, desde octubre de 1959 hasta abril de 1960 en la confección del nuevo manto para la imagen de la Dolorosa.
La decisión de renovar el manto de la imagen municipal había surgido un año antes, cuando en una sesión plenaria de mayo se aprobó encargarlo a las Adoratrices, de acuerdo con la oferta presentada, y abrir además una suscripción popular que encabezó el consistorio con 25.000 pesetas y que inicialmente iba a estar abierta hasta agosto, aunque luego se prorrogó. El consistorio se comprometió a completar el gasto final en caso de que las aportaciones resultasen insuficientes, un augurio que se cumplió porque en marzo de 1960 el consistorio incluyó en los presupuestos una partida de 50.000 pesetas para cubrir la diferencia.
Casi a diario, en el periódico se publicaban esas aportaciones vecinales, algunas anónimas (una hermana de la Soledad, dos señoras, un pamplonica, o una familia obrera) y otras aparecían con nombre y apellido e incluso haciendo constar que era la cuarta o quinta entrega.
En febrero, con el manto ya casi terminado, el alcalde de Pamplona, Miguel Javier Urmeneta, acudió al convento de las Adoratrices para comprobar el trabajo y lo hizo acompañado de su mujer, Conchita Ochoa, y del presidente de la comisión de Gobierno, Leandro María Cañada, instigador del proyecto.
En marzo, ya terminado el trabajo, se expuso en el escaparate de un comercio del Paseo de Sarasate y tal día como mañana, 1 de abril, pero de 1960, la Dolorosa estrenó su manto en la procesión del Traslado, entre la iglesia de San Lorenzo y la catedral. Le acompañaron más de 1.200 devotos de la virgen portando cirios.

"La Chipi" y las Adoratrices
1977 Adoratrices Fachada principal Zúñiga
En mi infancia, en los años 50, cuando hacíamos alguna barrabasada (¡qué bicho era Barrabás!),  a los chicos se nos amenazaba con llevarnos a "la Chipi", y a las chicas, a las Adoratrices. 
Lo de "la Chipi", por Olaz Chipi, donde había un reformatorio, nos da una idea del nivel de euskera que teníamos en Pamplona, casi tan bajo como el de Barañáin, donde, a partir de 1981, cambiaron Lur Gorri por "Los Gorris". Pero no sólo los críos o nuestros padres. He mirado en la hemeroteca de Diario de Navarra y ahí también.: "Después de pasar por la «Chipi», el antiguo reformatorio...".
Las mujeres marginadas y marginables que ingresaban en las Adoratrices de Pamplona requerían una atención especial, con el fin de conseguir su reinserción social, laboral y moral. El aprendizaje de oficios femeninos con cierta cualificación (lavado, planchado y bordado) en esta institución las sirvió a muchas para retornar a un mercado laboral del que habían salido, temporalmente, por inadaptación al mismo. Su proceso de formación se proponía devolver a la sociedad a estas jóvenes “necesitadas de todo” como “mujeres de provecho ” .

Gran Enciclopedia Navarra
La primera comunidad navarra de Religiosas Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento se estableció en Pamplona en 1877, aunque la fundadora -la vizcondesa de Jorbalán- ya lo había intentado sin éxito en 1860. Se trata de una de las más importantes aportaciones españolas al movimiento fundacional de institutos femeninos de perfección de la segunda mitad del siglo XIX. Inicialmente, las adoratrices se dedicaron -y ésta fue una de sus primeras actividades en Pamplona- a la redención y recuperación de jóvenes de vida irregular. Luego ampliarían sus funciones a diversos aspectos de la formación femenina.

Pamplona Catedral Hotel
DN Domingo, 18 de mayo de 2008
Las siete hermanas adoratrices que quedaban abandonaron el convento de la calle Dos de mayo, en el Casco Antiguo, a finales de año (2007), después de 130 años de actividad. Las Adoratrices se instalaron en Pamplona en 1877. Su primera función era asistir a prostitutas. Las monjas fueron conocidas también por sus trabajos y clases de bordados y hogares de perseverancia para formar a jóvenes en la vida religiosa. En los años 60, el edificio acogió también una residencia universitaria que estuvo abierta hasta 2003. Desde entonces, parte del edificio se trasformó en albergue de peregrinos. El edificio de la calle Dos de mayo está en venta.
Hoy es propiedad de  Pamplona Catedral Hotel

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