lunes, 20 de mayo de 2024

El "procés", cosa de viejos

Un artículo de Pedro Charro sobre la confusa situación de Cataluña, breve, claro, profundo y sabroso (de saber y sabor). Vamos, como a ti te gustan

"Española"                                                                                   Pedro Charro DN 20/05/2024
Han puesto una gran bandera española en la sede del PSOE en Madrid, de acuerdo a la ley de las compensaciones, porque en las pasadas elecciones catalanas sacar la bandera hubiera sido un estorbo, algo poco acorde cuando se defiende una política que pasa de puntillas sobre la imposición lingüística, que no hace ascos a un trato económico privilegiado, que compra en suma el relato nacionalista y promueve la amnistía y ha logrado revivir a un Puigdemont que estaba en el ostracismo.
Una política de izquierdas que ha tenido buen cuidado en lograr apoyos del mundo independentista en las elecciones, y hasta anunció el fichaje del mayor Trapero, aquel que hizo la vista gorda el 1 octubre al mando de los Mossos, lo que debe merecer un premio.
"Estamos en España", justifican desde Ferraz
Con o sin bandera, ser de izquierdas en España es dar todo lo anterior por bueno y aceptar la deriva hacia un confuso proyecto de confederación, donde cada territorio campe a sus anchas y pacte de forma unilateral con España, que sería un mero cajón de naciones.
Lejos queda, como una antigualla, la idea de una nación cívica común por encima de identidades y lenguas, un proyecto igualitario que contraponer al lío étnico y particularista que se ha impuesto y se vende como progresista.
En la propia Cataluña hay defensores prestigiosos de esta izquierda laica e ilustrada como Felix Ovejero o Andreu Jaume, que son mirados como seres exóticos y descarriados, y también un partido como Izquierda Española, que se reivindica como tal, y se presenta a las europeas por si logra algún representante.
Pero la realidad es la que es, y no lo que les gustaría a algunos. Y conviene aceptarla. La izquierda real es la que ha ganado las elecciones catalanas, donde, aparte del cansancio y el aburrimiento que provoca el procés -en especial en los más jóvenes, que están a otra cosa- el PSC ha venido a ocupar con éxito el espacio dominado durante años por el pujolismo, y en cierto modo a sustituirlo. Lo que la derecha, por cierto, no deja de envidiar.

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