martes, 26 de agosto de 2025

Una sidrería vasco-navarra en Madrid

1934-35 Sidrería vasco-navarra en Madrid. Casa Moreno. Archivo de Arte Español
Zerain (1998) y Sagaretxe (1999) pugnan por ser la primera sidrería vasca en Madrid, fechas muy recientes si las comparamos con la de Casa Mingo (1888) para la sidra asturiana. Pero yo creo que la de la foto supera con facilidad a las de la sidra vasca. El problema es que esa foto tan chula es casi el único testimonio. La subieron (sólo la del exterior) hace unos días en La Pamplona desaparecida y nadie -y tampoco la IA- aporta ningún dato sobre ella.
Sin embargo, si en la Fototeca de Patrimonio, preguntas por "Vasco-navarra", te salen las dos fotos de la portada, al menos con su origen: Casa Moreno. Archivo de Arte Español (1893-1953). Se dan 60 años de plazo, cuando, como luego veremos, tienen que ser de 1934-35.
Si el exterior es de una ingenuidad maravillosa, el interior no lo es menos, con detalles que provocan la sonrisa: la horca de ajos, la firma del autor (Osés?), la botella del pescador, la ropa tendida, el crucero, el pato acompañando al chistu y tamboril, el caserío... Todo ello entre los pimientos secos y los manteles de cuadros. Una delicia de local.
Para obtener más información, tendremos que preguntarles a las hemerotecas. 
En la de Diario de Navarra, cero patatero. Pero en la Prensa Histórica -¡bingo!-, tres reseñas en El Debate:
Las dos primeras, en días seguidos, idéntico anuncio. "Silva, 28. Sidrería. Madrid". Y la última, de 1935, es la única referencia a "Venta. Vasco-Navarra".
Tiene su gracia eso de "vasco-navarro". Así lo definía Ruiz de Luna, toledano, al roncalés Gayarre. Vasconavarro es el navarro que se siente vasco o tiene apellidos vascos, y no se resigna a diluirse en "lo vasco" dejando de ser navarro. Eso no pasa más que en Navarra. Jamás oiréis a nadie decir "soy vascoalavés, vasco guipuzcoano o vascovizcaíno". Y es que Navarra tiene mucha historia, es mucho Navarra.
A partír de 1935, ya no hay reseñas. Así pues, esta "Venta vasco-navarra", de la madrileña calle Silva, fundada seguramente por un navarro que no sabía mucho de cocina, además de ser la más antigua sidrería, fue la más efímera.

Situación actual
Como hoy en día no existe el número 28, Maps nos lleva al 18, pero evidentemente ahí no pudo estar, no cuadra. Encaja mucho mejor con el comercio de Alimentación del N.º 12. Tres detalles coincidentes:
- la calle en cuesta (por cierto, 50 metros cuesta abajo, la Gran Vía)
- el retranqueado del edificio de la derecha
- aunque el dibujo del balcón es distinto, ambos son elegantes. Y el forjado inferior, muy parecido.

Quizás todavía viva alguna abuelita a la que, al ver la foto de portada, le dé un vuelco el corazón, recordando el caserío tan bonito al que alguna vez la llevaron sus padres.

5 comentarios:

Juan Manuel Apesteguía dijo...

Lo siento por los vascos, pero en Madrid decir sidrería en principio se entiende asturiana, por la forma de escanciarla; yo viviendo en Madrid fui muchas veces a Casa Mingo, que no estaba en el centro precisamente; además Asturias ha logrado recientemente un reconocimiento internacional.

Patxitxo dijo...

Efectivamente, en España la sidra se relaciona sobre todo con Asturias. Aunque, sin pretender restar méritos a nadie, los vascos fueron maestros en su elaboración. Y no lo digo yo, sino que lo dice todo un cardenal francés, Jacques Davy du Perron: "Francia es deudora a los vascos en el arte de preparar la sidra". Los vascos, si tal cosa fuera cierta, no sólo les habríamos enseñado a elaborarla a los franceses, además les habríamos suministrado el material; un tratado de agricultura del siglo XVIII señalaba que "los manzanos de Francia son originarios de Bizkaia". Se sabe que aunque ya se producía con anterioridad, la sidra francesa recibió un importante impulso en el siglo XVI gracias a los sistemas de prensado que sus reyes importaron de España. ¿Los habrían tomado prestados de sus vecinos los vascos? Según el historiador Sergio Escribano, en dicho siglo XVI funcionaban en el País Vasco en torno a ocho mil lagares, que producían unos quince millones de litros de sidra al año. Ésta no sólo se dedicaba a la venta sino también al autoconsumo: cada familia consumía de cuatro a cinco litros diarios. La importancia que la sidra ha tenido en nuestra tierra queda perfectamente retratada por el hecho de que, aunque los lagares son consustanciales a la producción de sidra, el fenómeno de la casa-lagar es exclusivo de Euskal Herria. Únicamente aquí las familias invirtieron tiempo y dinero en levantar tan colosales edificios, mientras en el resto de Europa el proceso se realizaba en simples cobertizos o cabañas. Igartubeiti (Urretxu), construido por la familia Igartua en 1540, es un caserío vasco arquetípico cuya estructura original se encuentra en excelentes condiciones, lo que empujó en 1992 a la Diputación Foral de Gipuzkoa a comprarlo para evitar su derribo.

Anónimo dijo...

La sidra asturiana es distinta, ni mejor ni peor. Es la sidra por excelencia.

Patxitxo dijo...

Efectivamente. La sidra asturiana y la sidra vasca son similares pero también diferentes. Personalmente, me gusta más la asturiana. Pero si la sidra asturiana es, si a la península nos referimos, la sidra por excelencia, entiendo que es por el volumen de producción, porque la tradición de la sidra vasca está ahí, y es muy rica.

desolvidar dijo...

Pero la forma de escanciar ("scandere", echar con medida) hace mucho más atractiva a la asturiana