lunes, 28 de octubre de 2024

Jesús Unzu, más pelayo que requeté

Pelayos y flechas, con fusiles de madera, en la Plaza del Castillo AMP
Este documento lo consiguió Pablo Larraz de Jesús Unzu,  para su libro "Requetés: De la trinchera al olvido". Muchas gracias por el permiso para publicarlo en Desolvidar.
Un par de precisiones:
Jesús (1922) era el mayor de los chicos, pero Carmen (1920) y Pilar (1921) nacieron antes que él.
Son dos, que yo sepa, los comercios de los Unzu: el de Mercaderes (pincha) y el de la calle Comedias, los dos de ropa.
Los Unzu fueron famosos corredores del Encierro y muy buenos deportistas. Un ejemplo de plena actualidad es Etefi Unzu Ripoll, "Verdelis", nieta precisamente de Jesús, "más pelayo que requeté".

JESÚS UNZU LAPEYRA
1946 ca. Los Unzu-Lapeyra, haciendo muecas, con Marcelino Olaechea en el Obispado
Pamplona, Navarra, 1922. Voluntario del Tercio de Roncesvalles.
FOTO 1 DOS HERMANOS, UNO NIÑO, POR LA CALLE. (A PÁGINA COMPLETA
Nací en el número 31 de la Plaza del Castillo el 19 de diciembre de 1922; yo era el mayor de una familia de 17 hermanos, muy conocida en Pamplona por el comercio que teníamos.
Lo del carlismo entonces en Navarra era algo tradicional, cercano, y más para nosotros, que teníamos el Círculo en la misma casa. Yo estaba ya afiliado a la AET [Agrupación Escolar Tradicionalista] desde el año 35, al igual que muchos otros amigos y compañeros de los Escolapios, aunque a los catorce años uno pensaba más en jugar y en leer tebeos que en cualquier otra cosa.
1936 restos de Joaquín Beunza, frente a la sede del Círculo Carlista de la Plaza del Castillo, 31
No había cogido un fusil en mi vida, ni tenía preparación militar alguna, pero al estallar la guerra, ese ambiente que se vivía, tanto en la calle como en casa…, pues contagiaba. Intenté salir voluntario el 19 de julio, pero por la edad no me dejaron mis padres. Mi motivación era “defender a Dios y a España”, porque, con catorce años, uno de política no entendía nada. Estuve durante meses dando la lata a mi padre para que me dejara marchar a un tercio de segunda línea, y al final accedió: «anda, Jesús, vete, pero que te coloquen en algún puesto sin riesgo, que tú eres más “pelayo” que “requeté”».
1900ca Zugarramurdi Altadill AGN
Fui al Cuartel de Requetés, que entonces estaba donde el Colegio de los Escolapios de Pamplona, y me vieron tal cara de crío que me dijeron que sin un certificado firmado por mi padre no podía ingresar. Volví a mi casa y me hizo un papel firmado —que todavía conservo— en que daba su autorización por escrito, así que finalmente, el 2 de enero del 37, me admitieron para entrar como voluntario en la primera compañía del Tercio de Roncesvalles, “el Tercio del chupete” que decían, porque sólo estábamos viejos y críos. De la escuela a la guerra: me monté en un autobús lleno de requetés y nos llevaron a fronteras, a Zugarramurdi, donde no había frente de combate, para vigilar el paso a Francia, ya que por edad no querían mandarnos a zona de combate.
Era un lugar tranquilo; hacíamos funciones de vigilancia y guardias por las noches en la frontera, sin mayores incidentes. Estábamos varios muchachos tan jóvenes como yo, que siempre estábamos juntos. A alguno hasta le daba tiempo a discurrir bromas: «los de Zugarramurdi —decía—, al culo lo llaman “ipurdi” [culo en vascuence]; en cambio los de Charanchulo al “ipurdi” le llaman culo».
Sin embargo, a las semanas, cuando la ofensiva para romper el cinturón de Bilbao, debieron faltar efectivos y nos mandaron a los del Tercio de Roncesvalles a Guipúzcoa, para hacer labores de vigilancia en localidades próximas al frente, pero manteniéndonos alejados de la primera línea.
Amboto y Peña Udala
A la compañía del capitán Villarubia nos encargaron hacer guardias en el sector de Mondragón, hacia la peña de Udala. Allí había una pelea continua de los cañones nuestros del 15 con los de ellos, que nos sacudían con fuego de mortero. Continuamente se oían pasar silbando por encima los proyectiles, y uno ya se acostumbraba. De hecho, había cerca de allí un caserío que utilizábamos como refugio y en varias ocasiones le habían pegado algún zambombazo.
El día 6 de Abril del 37 me encontraba allí, haciendo guardia en un pequeño parapeto a la salida de Mondragón, sentado tranquilamente y leyendo la revista infantil Pelayos, cuando escuché un silbido raro, un proyectil de mortero con un zumbido diferente a los que pasaban de largo, y en el último momento, me cubrí la cara con el brazo porque sentí que aquello caía cerca. ¡Y tan cerca! Pegó un proyectil de mortero del 81 a metro y medio de donde me encontraba. Tuve más suerte que manda Dios, porque el fusil que tenía apoyado en el parapeto lo partió por tres sitios, y sin embargo a mí no me mató.
1936 General Cabanellas, Mº a Sanjurjo AMP
Quedé con la frente toda llena de trozos de metralla, y tuve suerte de poner el brazo en el último momento, eso me salvó la vista, porque si me llega a dar un par de centímetros más abajo me quedo tuerto. No llegué a perder el conocimiento, me tapé como pude la herida y notaba que sangraba, pero vi que no era grave.
Ya grité, me cogieron en una camilla y me llevaron al Hospital de Sangre de Mondragón, donde me hicieron la primera cura. Estuve cinco días escasos, y recuerdo que por allí pasó de visita el general Cabanellas; al verme tan joven me dio un duro de plata y me dijo: «“¡Toma!, pa’que te compres caramelos».
El día 11 de abril vinieron a buscarme mis padres y me trajeron a Pamplona, al Hospital Alfonso Carlos, donde mi hermana Pilarcho estaba de enfermera. Se lo tomaron bastante bien lo de mi herida, pero me advirtieron de que la guerra ya se había acabado para mí.
Dicen que, con catorce años, fui el herido más joven que pasó por el Alfonso Carlos, y aunque estuve sólo un par de meses ingresado tengo buenos recuerdos. La verdad es que estuve muy a gusto; me pusieron en la sala "Radica" (Teodoro Rada), donde estaba de jefa de enfermeras Lolita Jaurrieta, que no dejaba de tener detalles conmigo. También iba a la sala en que estaba mi hermana Pilarcho (1921), y le ayudaba a enrollar las vendas.
Tenía la cara y la mano derecha llenicos de fragmentos de metralla, así que todos los días me hacían la cura y de vez en cuando me sacaban alga esquirla. Luego salía a Pamplona: un rato a casa y a dar una vueltica, y por la calle causaba sensación: «mira que requeté más jovencico, ¡y si está herido!», comentaba la gente.
"a mi querido Joaquín Baleztena, patriarca de los carlistas de Navarra con todo mi cariño; Gaetán de Borbón - Parma. Leiza Julio de 1937"

En el hospital coincidí con el príncipe don Gaetán de Borbón Parma, que estaba convaleciendo de una herida de metralla en la garganta que recibió cuando estaba de incógnito, como un requeté más, en el Tercio de Navarra. Me hicieron varias fotos con él, y alguna salió en prensa y todo.
El 19 de junio me dieron el alta del hospital, para pasar a cura ambulatoria en mi domicilio, así que pasé unas semanas en casa hasta que, a finales de julio, ya repuesto completamente, pedí de nuevo destino en el servicio de fronteras en Elizodo.
Estuve tres meses escasos, muy tranquilos, porque que mis padres, que ya no querían más historias, me reclamaron de vuelta a casa. El 11 de noviembre del 37, el capitán Artajo me licenció por menor de edad y se terminaron mis andanzas guerreras, así que en adelante me tuve que conformar con ser el abanderado de los pelayos de Pamplona en los desfiles.
Sin embargo, aun tenía ganas de guerra y lo volví a intentar: en el invierno del 37 al 38, estando en Cintruénigo de descanso, vimos pasar varios camiones cargados de requetés que iban a Teruel, y junto a mi amigo Ildefonso nos montamos en uno de ellos para ir otra vez al frente. Se dieron cuenta, pararon, y nos mandaron de vuelta a casa.
Jesús Unzu, abanderado,
en la Plaza del Castillo
Sin embargo, a pesar de todo aquello, me movilizaron en quintas en el año 41 y tuve que pasar en Melilla dos años, hasta el 43. Fui al Gobierno Militar para intentar librarme alegando que ya había ido voluntario a la guerra, incluso pedí certificados en la Jefatura de Milicias para demostrar que fui herido y todo eso. Total, que un capitán me preguntó: «usted, a la guerra fue voluntario, ¿verdad? ¡Pues no haber sido tonto y no haber ido!», me contestó. Con eso me quedé y no me pude librar de la mili.
La familia continuamos adelante; en el año 43 dieron a mis padres Miguel y Teresa el Premio Nacional de la familia numerosa, por tener 17 hijos, y unos años después, en el 52, el Estado nos entregó un chalet por esa razón. También seguimos durante muchos años yendo a Montejurra toda la familia, hasta llevábamos al perro, pero en los últimos años el ambiente se fue enrareciendo, y dejamos de ir, unos años antes de los follones.
Han pasado ya muchos años desde entonces, y de la época de la guerra sólo conservo fotos, el casco y un machete alemán que llevaba en el momento que me hirieron; además de un cachico pequeño de metralla donde la ceja, que al tocarlo se mueve debajo de la piel; un “trofeo” de la guerra que no tengo más remedio que llevar siempre conmigo. Ahora ya la memoria me falla mucho, pero de esa época todavía tengo recuerdos. Cuando uno está enfermo, parece que se acuerda más de lo antiguo que de lo reciente, pero hay cosas que uno no olvida.
Éste es el pie de foto que ponen en ARCHIVO DE IMÁGENES DE REQUETÉS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA:
"Un jovencísimo Voluntario Requeté de las HEROICAS Brigadas Navarras acompaña a un herido en combate, quizá su hermano, a un puesto de retaguardia".
Tengo claro que el más joven no es Jesús ni caminan por el "casco viejo" de Pamplona. 
Si alguien encuentra algo: patximendiburu@gmail.com
la Srta. Lolita Jaurrieta Baleztena, la más anciana de todos y queridísima por todos. Castells
Foto dedicada de D. Gaetán de Borbón Parma "a mi querido Joaquín Baleztena, patriarca de los carlistas de Navarra con todo mi cariño; Gaetán de Borbón - Parma. Leiza Julio de 1937"
Se intento alistar con solo ¡ 13 años¡ el 19 de julio del 36 ( había nacido el 19 de diciembre de 1922), aunque se afilio a la Agrupación Escolar Tradicionalista con solo 12.Tras insistir muchísimo, y ya con 14 años recién cumplidos lo admitieron como voluntario el 2 de enero del 37 en el Tercio de Roscensvalles, siendo asignado a la primera compañía al mando del capitán Villarubia.El 6 de abril fue herido en la zona de la Peña de Udala, en Mondragón, por un proyectil de mortero de 81mm.Lo atendieron de urgencia en Mondragón y de allí paso al hospital Alfonso Carlos de Pamplona, donde estuvo ingresado dos meses.

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