jueves, 2 de abril de 2020

Forasteros (J.J. Arazuri Hª SF)

SF 1976 Impresionante imagen de la  acampada bajo de las murallas del Redín
A alguno quizás le parezcan fuertes algunos calificativos y expresiones que, en este capítulo, utiliza Arazuri, pero hay que tener en cuenta que le tocó vivir unos años de cambios muy bruscos. La imagen de portada nos puede dar una idea de lo que tuvo que aguantar en Sanfermines un pamplonés, amante de su ciudad, como él.

Forasteros 
Finales del siglo XIX.
(Foto Julio Altadill)
A medida que se aproximan los Sanfermines la ciudad va adquiriendo una inquietud inusitada: febrilmente se dan los últimos retoques a un sinfín de reformas, los escaparates de los comercios se llenan de prendas sanfermineras y los maniquís aparecen de la noche a la mañana vestidos de blanco y rojo, las amas de casa hacen limpieza general «pa fiestas», los pasos de cebra resurgen blancos y brillantes, las farolas, bancos y barandillas lucen nuevas pinturas, los jardincillos se embellecen con bonitas y olorosas flores -¡para lo que duran en fiestas!-, en la estación de Autobuses bulle la multitud de viajeros que por miles llegan a nuestra ciudad, los trenes -sobre todo los antiguos- llegaban a la estación del Norte, hoy de la Renfe, cada día más llenos, los ómnibus del Despacho Central -con su letrero: «Servicio al Ferrocarril»- subían repletos de la estación, en la actualidad el movimiento y actividad se centra en taxis y villavesas. 
A finales del pasado siglo y hasta muy avanzado el presente, las empresas de los ferrocarriles del Norte de España, de Bilbao a Durango y Zumárraga, así como los del Mediodía de Francia, establecían trenes especiales y combinados, con billetes económicos de ida y vuelta, para facilitar la concurrencia de forasteros. 
Desde hace unos años, nos aparecen en la ciudad a principios de julio una serie de tipos que contaminan el ambiente. Últimamente no llaman tanto la atención, ya que durante todo el año nos hemos acostumbrado a ver individuos locales tan mal aseados. 
Por las calles deambulan abundantes foranos, de los que vienen a pasar las fiestas a casa de los parientes con una pareja de pollos y media docena de latas de pimientos. En las escaleras y portales de las casas de vecindad, sus inquilinas comentan de la «pedregada» que les ha caído con los huéspedes llegados. En 1896 se publicó en un diario local la siguiente anécdota: 
«Diálogo en la puerta del Suizo: 
-¡Adiós! ¡me voy a matar!
-¡ Detente!
-¡Estoy arruinado! 
-¡Infeliz!. ¡Habrás jugado!
-Nadie me ha visto jugar
-¿Perdiste en negocios hueros? 
-Tampoco
-¿ Pues qué te pasa? 
-Que se me han metido en casa diez y siete forasteros»
Año 1903-1905. Ambiente presanferminero en la Plaza del Castillo. De izquier-
da a derecha: soldados en traje de diario; rodeando el coche, grupo de hombres 
y muchachos, todos cubiertos con amplias boinas y los mocetes vestidos con largas 
batas de rayadillo o de cuadros pequeños, evidenciando ser pamploneses; delante 
del automóvil dos individuos con trazas de riberos, con su inconfundible faja, boina 
y alpargatas de cáñamo; más a la derecha, en primer término, un grupo segura-
mente de valencianos, y más a la derecha y detrás de éstos una niña del brazo, 
posiblemente de su madre, hermosa mujer peinada con moño alto. A las que se 
peinaban así les decían: "La `moñocotero'  (último párrafo) duerme sentada 
"pa" que el `moñocotero' no se deshaga". (Foto José Ayala).
El número de automóviles rodantes, que ya durante el año han llegado a un número molesto, alcanza durante los presanfermines, y no digo nada en las fiestas, cifras verdaderamente astronómicas, invadiendo los terrenos más inverosímiles para aparcar. Otra cosa era hace ochenta años, que cuando llegaba un automóvil a la ciudad estaba todo el día rodeado de curiosos. De principios de siglo publicamos una bonita fotografía de un vehículo de estos, aparcado frente al Hotel la Perla. 
Entre los forasteros que pasaban por la ciudad, solos o en cuadrillas, estaban los segadores que generalmente por aquellas fechas venían de paso de segar en la Ribera (publicamos también la fotografía de uno de aquellos personajes). 
En los tiempos modernos se van haciendo imprescindibles los campings. En Pamplona se instaló el primero en 1959, de los de primera categoría, en el Estadio de Ruiz de Alda. En 1976 se montó otro debajo de las murallas del Redín, cerca del puente de la Magdalena. 

De los forasteros de otros tiempos echamos de menos a los valencianos, con sus gorrillas negras y blusas grises u oscuras, que compraban cientos de caballos de la tierra (3'28"), sobre todo de Burguete y Urbasa. También recordamos a los chinos vendiendo «colales» y juegos de café; por cierto todavía quedan en muchos vajilleros pamploneses restos de tazas, jícaras y platillos orientales.

Estadio Ruiz de Alda (hoy Larrabide), 1964 con el Fuerte del Príncipe
Tengo que conseguir esta imagen con mejor calidad. Me parece impresionante este "Segador de la  cuenca 1889 Altadill".
Actualización: algo ha ganado
Segador de la  cuenca 1889 Altadill

No hay comentarios: