domingo, 3 de febrero de 2019

Reto a la alcaldesa de Echarri-Aranaz

"Cada vez que se tiren las flores colocadas a una víctima, otros las volverán a colocar"
Que unos reparen lo que otros destruyeran.
Que el miedo nunca nos impida hacer lo que es justo.
Que seamos capaces de educar a nuestros hijos en la solidaridad con el dolor ajeno.
Y que -sin renunciar nunca a un mundo con verdad, dignidad y justicia- seamos capaces de dejarles la herencia de un mundo sin odio.

¿El último capítulo?                                                                                  por Pablo Úriz Urzainqui
Algo huele mal en Dinamarca... Y mucho peor huele en Echarri-Aranaz. 
Cuando Shakespeare escribió la célebre frase “Algo huele mal en Dinamarca”, no sabía nada de Echarri-Aranaz, de su ex-alcalde Jesús Ulayar, ni de la banda terrorista ETA. Si hubiese tenido noticias de ellos, conocería que este pueblo fue, durante las décadas en las que ETA asesinaba, una fuente de terroristas y que la gran mayoría de la población (según los resultados electorales) apoya incondicionalmente a sus paisanos asesinos y los jalea y homenajea.
Así mismo el ilustre escritor hubiese sabido que, el día 27 de enero de 1979, ETA mató de cinco tiros, en la puerta de su casa y delante de su hijo de trece años, a Jesús Ulayar, al que acusó de ser confidente de la Guardia Civil  y le condenó a muerte -¿no nos acordamos ya del famoso “algo habrá hecho?-; el dramaturgo se habría asombrado al conocer que los asesinos fueron vecinos de Jesús.
A Shakespeare le habría invadido un descomunal estupor, al enterarse de que tras el abandono de la “lucha armada” aquí, en Echarri-Aranaz se seguía venerando a la banda criminal, que los asesinos fueron nombrados años más tarde hijos predilectos del pueblo o que en el lugar en el que mataron al exalcalde colocó el ayuntamiento tres contenedores de basura.  
Pero aquí no queda el asunto, no. Don William, que seguramente habría acudido gustoso al sencillo homenaje que en el cuadragésimo aniversario del asesinato del señor Ulayar le rindió su familia, depositando un ramo de rosas rojas en el lugar del crimen, habría vomitado de asco al enterarse de que, unas horas más tarde, algún/alguna -probablemente etxarriarra- asoló ese sencillo ramo de flores en un penúltimo (¿cuál será el siguiente?) acto rastrero de esta siniestra historia.  
La pregunta surge espontáneamente: ¿es posible ser tan cobarde y miserable como para llegar a destrozar ese sentimental ramo que la familia depositó en recuerdo del padre asesinado? Yo no encuentro forma de explicármelo. ¡Vuelven a matar al muerto y de momento, que yo sepa, ni Ayuntamiento de Echarri-Aranaz ni Gobierno de Navarra [¿Por qué siempre tiene que sacarse algo absurdo y humillante de la manga para mantener esa equidistancia miserable?] han dicho una palabra al respecto! Y asoma otra pregunta, ¿es que Ayuntamiento y Gobierno están de acuerdo con esa afrenta? (...) 
Eneka Maiz Ulaiar, alcaldesa de Echarri-Aranaz, tiene usted el deber de actuar como lo haría un ser humano:
  • indígnese por tan ruin acción; 
  • si conoce a sus autores, llámeles severamente la atención 
  • y procure que no se vuelva a repetir algo tan asqueroso en su pueblo. 
Disipe cualquier asomo de duda y, si es  mínimamente humana y compasiva, échele valor y, junto a su Consistorio, convoque una especie de acto de desagravio, colocando un nuevo ramo de rosas rojas en el lugar que ocupaba el que esas manos canallas destrozaron.
Oiga, quizás así, éste no haya sido el penúltimo capítulo de esta desgraciada historia.
A lo mejor ha sido el último. 
PABLO URIZ URZAINQUI
Actualización 03.02.19
Sobre este mismo tema, hoy saca DN esta impresionante carta de Manuel Sarobe Oyarzun (pincha sobre la imagen y leerás mejor):

Nota: en este blog seguimos la recomendación de Wikipedia y, cuando escribamos en lengua española, emplearemos los topónimos como tradicionalmente se han empleado en dicha lengua: Echarri-Aranaz, Fuenterrabía, Vera de Bidasoa, etc.

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