jueves, 24 de enero de 2019

Carta de Del Burgo a J. Horno (Vox)

Según del Burgo, con Vox, si no rectifica, se tambalean los Fueros
Siento admiración y respeto por quienes están al lado de las víctimas. Y por Javier Horno -que, además, pone la viola a su servicio-, un cariño especial. Por eso le ruego que, si no puede rebatir los argumentos de Jaime Ignacio del Burgo, 'se lo piense dos veces'. Están a tiempo.
Por esa Navarra Foral y por esa España por la que demasiados cayeron.


Cada vez que traigo algún escrito de Jaime Ignacio del Burgo, no puedo evitar recordar aquellos años de la Transición y primeros de la Democracia en los que se coreaba hasta el hastío: "Del Burgo, Aizpún: pim, pam, pum". Últimamente el PNV y sus Anasagastis (último comentario) quieren reescribir la historia diciendo que lo que, en verdad, se gritaba era "Del Burgo, Aizpún: Navarra es euscaldún" (6,9% hoy). Ellos siempre, en un caso o en otro, a recoger las nueces. 
Por suerte, ninguna de esas dos fueron a parar a su saca:

Pues yo, más que eso de Navara es euskaldun, lo que me he "jartado" de oír en mi vida es lo de "Del Burgo, Aizpún, pim,pam,pum". Felizmente, estas nueces no cayeron del árbol.
Sé también que hay muchos nacionalistas que no han gritado esas aberrantes consignas y que están con las víctimas. Y espero que, tras leer esta carta abierta, reflexionen si Aizpún, del Burgo, Barcina... no han sido unas víctimas más del fanatismo proetarra. No los mataron, pero no les dejaron vivir y ensuciaron su memoria.

Carta abierta a Javier Horno, presidente de Vox
He leído unas declaraciones que publica Diario de Navarra y me ha venido a la memoria la grata sesión académica de hace un año, cuando Javier Horno acudió a mi despacho porque quería tener un mayor conocimiento sobre nuestros Fueros. Después de leer la entrevista tengo la impresión de que no fui un buen maestro.

Inconstitucional y antiforal
Arazuri: "06.1965 columpiándonos en las cadenas del
Monumento a los Fueros, aprendimos a ser forales"
La propuesta de Vox sobre la foralidad no sólo es manifiestamente inconstitucional sino sobre todo contraria al estatus jurídico-político de Navarra cuya inserción en la monarquía española se hizo con el solemne compromiso de respetar, mejorar y nunca empeorar nuestros derechos forales. Y además constituye un gravísimo error desde el punto de vista político. El Fuero ha sido hasta ahora un dique de contención a la aspiración anexionista del mundo aberzale, porque siempre ha sido un nexo de unión de esa inmensa mayoría del pueblo navarro que valora un autogobierno heredado de nuestros mayores, que es un derecho y no un privilegio al que nunca renunciarán.

Armonización, que no supeditación
Me resulta humillante como navarro oír que nuestra autonomía fiscal ha de estar “supeditada” a la legislación del Estado. En los Convenios Económicos, además de fijar de común acuerdo la aportación de nuestra Comunidad a las cargas generales del Estado –porque de ellas también se beneficia la ciudadanía navarra-, se establece la armonización, que no supeditación, del régimen tributario de Navarra con el del Estado con la finalidad de determinar en qué ventanilla recaudatoria han de cumplir sus obligaciones los contribuyentes para evitar la doble imposición y garantizar la unidad del mercado. Pero sería un gravísimo atentado a Navarra, además de un golpe bajo a la Constitución, que el Estado suprimiera nuestro propio régimen fiscal, nos sujetara a la Agencia Tributaria estatal con una caja común. Por cierto que a esa caja común ya contribuimos con 650 millones de euros, cifra nada despreciable para una comunidad de 640.000 habitantes.

Frente al independentismo, mejor autonomía
Otro solemne disparate, a mi juicio, es pretender la supresión de las comunidades autónomas como si su existencia fuera la causa del independentismo. Con centralismo o sin él, el separatismo se alimenta de otras fuentes y motivaciones. Otra cosa es exigir que el Estado deje de hacer dejación de las competencias que la Constitución le confiere en materia educativa para poner coto a la manipulación de la historia y del adoctrinamiento secesionista de las jóvenes generaciones, o que se cierre la posibilidad establecida en el artículo 150,2 que permite transferir o delegar en las comunidades autónomas facultades correspondientes a materias de titularidad estatal que “por su propia naturaleza” sean susceptibles de transferencia o delegación, precepto que nunca debió utilizarse para el vaciamiento de competencias del Estado.

El centralismo ataca a la unidad de España
Por otra parte, olvida Vox que no existe incompatibilidad alguna entre ser fuerista o respetar los Fueros y defender la unidad de España. He aquí algunos ejemplos. José Calvo Sotelo, monárquico conservador, asesinado en vísperas de la guerra civil y al que el franquismo dio el título de “protomártir de la Cruzada”, demostró durante la dictadura de Primo de Rivera su gran respeto hacia la naturaleza paccionada del régimen foral como negociador estatal del Convenio municipal de 1925 y del Convenio Económico de 1927. También como ministro de Hacienda renovó para un periodo de 25 años los Conciertos Económicos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Franco los suprimió respecto a Guipúzcoa y Vizcaya en 1937, tras calificarlas de “provincias traidoras” en un acto manifiestamente injusto. 
Otro gran patriota navarro y español, Víctor Pradera, uno de los pensadores tradicionalistas más sobresalientes del siglo XX, murió asesinado en San Sebastián a manos de los republicanos en 1936. Sin olvidar al principal ideólogo del carlismo, Juan Vázquez de Mella, varias veces diputado por Navarra, cuyas propuestas superan por su profundidad autonómica a los preceptos del título VIII de la Constitución al tiempo que en la brillantez de sus discursos quedó reflejado un inconmensurable amor a España. 
Fue el fascismo español el que reimplantó el férreo centralismo de otras épocas después de la guerra civil. Si respetó el régimen foral navarro, no sin protagonizar momentos de gran tensión (también sucedió lo mismo durante la II República), no fue en atención a nuestros derechos históricos sino como premio a la ingente aportación de los voluntarios navarros al triunfo del alzamiento de 1936 contra el caos republicano.
Respeto merecen las personas, no las opiniones, Jaime Ignacio
En democracia todas las opiniones merecen respeto [lo siento, José Ignacio, pero yo no respeto la opinión de que 2+2=5; a quien la diga, por respeto, le sugeriré una escuela]. Es legítimo pretender la “recentralización”, siempre que se cumplan las normas para la reforma de la Constitución. Pero espero que nadie me tilde de traidor ni de antipatriota por haber sostenido, desde que tuve uso de razón política, que el centralismo es otra manera de atentar contra la unidad de España. Sabes bien que he arriesgado la vida por ser español y defender la libertad de Navarra, pero nunca haría mío aquel famoso brindis de los míticos Tercios de Flandes, propio de la Europa de la intolerancia, con el que suele terminar sus reuniones el número 2 de Vox:

“¡Por España!/
 y el que quiera defenderla/ honrado muera/ 
y el traidor que la abandone/ no encuentre quien le perdone/ 
ni en Tierra Santa cobijo/ ni una cruz en sus despojos/
 ni la mano de un buen hijo/  para cerrarle los ojos”. 

Antes de presentaros al veredicto del electorado navarro con vuestro programa antiforal deberíais pensároslo dos veces.  
Jaime Ignacio del Burgo 
(Jurista e historiador)

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