miércoles, 3 de octubre de 2018

Plaza de la Cruz y las cruces de Constantino Manzana

La Cruz de la Plaza y las 4 farolas curvadas, de Constantino Manzana. 1944 Julio Cía
Si Constantino el Grande hizo de la cruz el símbolo representativo del cristianismo, otro Constantino, Manzana Llena, al poner en el centro de una plaza -aún anónima- la inmensa cruz que hoy contemplamos, consiguió que los pamploneses la bautizaran con el nombre de "Plaza de la Cruz".
La cruz de C. Manzana fue colocada en 1941 y, si miramos en la hemeroteca de DN, ya el 07.09.41, podemos leer: "SE HA EXTRAVIADO un sobre, conteniendo varias fotografías, en el trayecto de la calle San Fermín a la Plaza de la Cruz". Como veis, los pamploneses se dieron prisa en ponerle el nombre no oficial.
A.M.P. Veramendi Col. Arazuri Hacia 1932
La ubicación inicial de esta cruz fue el jardín del claustro gótico, donde estuvo entre 1932 y 1941, fecha en la que se trasladó a su actual ubicación. Mide alrededor de 4 metros, pesa tres toneladas y, según consta en la hemeroteca del Archivo Municipal de Pamplona, costó en su momento 70.000 pesetas, aunque su forjador, Constantino, la hizo desinteresadamente. 
¿Por qué fue trasladada? José María Muruzábal -quien con más profundidad ha estudiado la vida y obra de Manzana Llena- insinúa en un artículo de Pregón que "no parece que fuera muy del gusto del cabildo catedralicio".
Pienso yo que, independientemente del gusto de los canónigos, tras la autodenominada "Cruzada", podría, también, obedecer al afán del nacionalcatolicismo de llevar los símbolos religiosos (cruces, procesiones, sagrados corazones, misiones...) a la sociedad civil, en un afán de cristianizarla, aún más, si cabe.

¿Réplica a Azaña?
Las farolas fueron enderezadas y trasladadas al Redín
Por esa misma razón, no puedo estar de acuerdo con lo que dice Arazuri en "Pamplona. Calles y barrios": "En 1932, y como réplica al gobierno Azaña que había mandado retirar los crucifijos, Manzana concibió la idea de crear una cruz monumental...".  Si, a efectos prácticos, la Constitución republicana prohibía las clases de religión y la presencia de crucifijos en las escuelas públicas (a primeros del año 1932, el socialista Rodolfo Llopis, director general de Primera Enseñanza, envió una circular con esas prohibiciones a los inspectores), lo lógico habría sido que Constantino, a modo de réplica, exhibiera su cruz en algún lugar público y no que la escondiera en un claustro, donde sobran cruces.
Más aún, la cruz de C. Manzana se presentó conjuntamente con el Cristo Alzado de Fructuoso de Orduna en la catedral, ya durante la Semana Santa, en marzo de 1932. Una cruz de semejante calibre no se improvisa en tan escaso tiempo.
Estoy, en cambio, de acuerdo con Javier Aliaga quien defiende que ni el Seminario Conciliar de Eusa, ni el Cristo alzado de Orduna, ni la Cruz de Constantino Manzana fueron la réplica a la decisión republicana de quitar los crucifijos de las aulas públicas, sino que fueron concebidos y diseñados antes.

Las otras cruces de Constantino
En este otro artículo de José María Muruzábal podéis leer varias de las cruces (echadle, por favor. una ojeada) que, con más paciencia que Job, tuvo que soportar este hombre de firmes convicciones y que no se mordía la lengua: ingresos en el manicomio (donde, cómo no, se hizo íntimo de su director, don Federico Soto), encarcelamiento por su oposición al franquismo...
Antes de tener la tienda "Jesús Obrero", de venta de calzados en Bergamín, pegadica a Jesuitas, tuvo una en Descalzos, hacia el número 31. Preocupado por la justicia social, el bueno de Constantino no concebía su tienda como un negocio, sino como una oportunidad de ayudar a los más necesitados.
Nadie sabe cuál era el truco, pero conseguía poner el calzado (¡encima en Descalzos!) a unos precios tres (sí, 3) veces menor que en las tiendas normales. ¡Y, además, te regalaba un pollo vivo! (luego, en Jesús Obrero, una pelota gorila)
El cristal del escaparate llegaba hasta el suelo. Como a 70 cm del suelo, estaba el estante con los zapatos. Y debajo de él, tenía los pollos, también a la vista. Estoy convencido de que se los pediría a ERLA (Emilio Loitegui y Regina Aldaz), en Mayor 60.

Bueno, pues a pesar de toda su bondad -o quizás por eso- los críos le hacían putadas. Le tiraban cualquier cosa (por ejemplo, el resto de una manzana: él se apellidaba Manzana) y, cuando salía a la puerta a ver qué pasaba, todos a una: ¡¡¡AUPA MANZANEQUE!!!
En fin...

1 comentario:

Elena dijo...
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