miércoles, 23 de marzo de 2016

Presentación-Concierto Archivo música Catedral Pamplona (2ª parte)


En esta entrada, continuación de Presentación-Concierto Archivo música CatedralPamplona (1ª parte), seguimos recuperando patrimonio musical navarro. 
No puede haber una presentación más adecuada que la Carta de los lectores que ayer escribió en DN Pedro del Guayo. Me produjo escalofríos. Parece que la hizo pensando en entradas como ésta.

Capilla del palacio de San Jesucristo
El deber de recordar
En el silencio de la catedral, en la música de la capilla del palacio de San Jesucristo, escucho lo que una vez fue Pamplona. Sonidos de cantos gregorianos que envuelven un rincón de nuestra ciudad demasiado desconocido para muchos. Un tesoro de piedra que espera. Que permanece. Que revela a quien lo visita lo que una vez fue. Unos bancos de madera que invitan a sentarse y escuchar. Escuchar el tiempo pasado. Un pasado que se hace presente con la luz que entra por su ventana, con el móvil que vibra en el bolsillo, con la niña que ríe en la otra sala. Paseantes que viajan por nuestra historia, al son de un folleto y de una guía en inglés. Caminantes que recurren a los puntos de interés marcados desde una oficina. Atrás dejarán muchos rincones de nuestra querida ciudad que, por ser injustamente desmerecedores de su rango, no aparecerán en sus papeles. Papeles que condenan al olvido. Olvido generalizado para ellos y para nosotros. Pues los nacidos en esta casa apenas conocemos nuestro hogar. Y es que nos importan más otras cosas. Más valen los colores que ondean, el idioma en que se escribe y la ropa con que se viste. Atrás quedan las piedras que nos definen. Atrás quedan los recuerdos que parecemos querer olvidar. Más de dos mil años recorren nuestras calles, entre sombras y luces, entre algarabía y silencio. Dos milenios de pies que han pisado el suelo en el que ahora nos sentimos vivos y los cuales se sintieron igual. Vivimos en un tesoro de tiempo, de vida y muerte. De historia y moraleja. Como testigos y representantes del ahora, ¿qué queremos dejar a los que nos seguirán? Pamplona, nuestra casa, es más que una ciudad de bares y de fiestas. Rezuma historia y recuerdo. Solo hay que querer rascar y sacarlos a la luz.
Construyamos una ciudad que deje a un lado las riñas banderizas que tanto daño han hecho. Unas disconformidades que a día de hoy se podrían resolver con la historia en una mano y con la historia en la otra. Limpiemos las calles que nos han visto crecer y verán a nuestros hijos y nietos. Por las que han viajado risas, sueños, miedos y deseos. 
Risas en euskera de la Pamplona de ayer. 
Sueños en una mesa de una taberna romana. 
Miedos medievales a Almanzor. 
Deseos de afrancesados ocultos en la noche del absolutismo. 
Con cada paso que damos y con cada acto que hacemos enriquecemos nuestro futuro. Por todos los que ya no están, trabajemos por devolverlos a la vida. Aún queda mucho por hacer. Hagamos de nuestra ciudad no un espacio de división. Guardemos la política envuelta en banderas dentro de viejos arcones que nos cuenten otras historias.

Pedro del Guayo

5. In omnibus, 5 v. Juan  A. Múgica (s. XVIII)
Maestro de capilla en la colegiata de Tudela y la catedral de Pamplona. En 1759 se encontraba en Madrid, donde conoció "lo mucho que se adelanta así en la hermosura del estilo como en el gusto de cantar y componer".
Entre 1765 y 1773 desempeñó los cargos de maestro de capilla y tenor en la colegial de Tudela y en 1772, por enfermedad de Escaregui, fue nombrado provisionalmente maestro de capilla y educador de los infantes de la catedral pamplonesa. El nombramiento definitivo para este cargo tuvo lugar el año siguiente, y permaneció en él hasta 1779 en que comunicó al Cabildo que, por su mala salud, había tomado posesión de una coristía en la parroquia de San Saturnino de Pamplona.
Con Múgica como maestro, la capilla musical de la catedral de Pamplona intervino en el solemne traslado de la Virgen del Camino a su nueva capilla en la parroquia de San Cernin (1776).

In ómnibus responde al estilo de la época, a lo que se hace en Viena en tiempos de Mozart, o en Versalles, y es perfecta para esta sacristía. A pesar de no disponer de cuerda, se hace con piano y fagot.


6. Las "Sevillanas" 4v. y solista Hilarión Eslava (s.XIX)
Eslava, siendo Maestro de Capilla de la Catedral de Sevilla, envió a Pamplona un villancico a la Virgen del Carmen, titulado "Salve, oh Virgen, del mar clara Estrella", que se interpretaba en tiempos del autor en las típicas danzas de los "seises" de Sevilla.
Pero ocurrió que, al llegar a Pamplona, fue destinado a la Octava de la Virgen del Camino, y recibió el nombre de "Sevillanas" (quizás, simplemente, porque venía de Sevilla), y la letra fue retocada para la ocasión (seguramente, sustituyendo Carmen por Camino y España por Pamplona)
Aunque en Pamplona se consideraba en aquella época una andaluzada el baile dentro de las iglesias, la simple interpretación de las "Sevillanas" de Eslava, sin "seises" ni danza de ningún tipo, llenaban las naves de San Cernin el jueves de la Octava y el domingo después de la procesión de la tarde. Quizás la culpa la tuvieran las jaulas de cardelinas y ruiseñores (muy del gusto de los pamploneses) que, colgadas en la cúpula, acompañaban al tiple con sus trinos.




Sobre esta obra de Hilarión Eslava hice, hace un par de años, un intento de combinar la música y la danza. El audio es el mismo del vídeo subido a YouTube por Diletante Matritense y está interpretado por la Coral de Cámara de Pamplona, con Íñigo Casalí como tenor y Óscar Candendo al órgano, bajo la dirección de David Guindano. A ver qué os parece:

1 comentario:

Ispán dijo...
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