miércoles, 14 de octubre de 2015

Ernai: la libertad sexual por los suelos


Tiene toda la razón Dulanz cuando habla del Toro de Osborne como obra de arte, icono popular, y califica de odio irracional, de motivo de denuncia y de parecido con los vídeos del Estado Islámico la salvajada de los de "Ernai".
Pero yo añadiría un aspecto más: además de todo lo anterior, se trata de un atentado contra la libertad sexual. Sí, como lo oyen.

Anteayer me decía un amigo, con cara de mucha tristeza, que lo que más le fastidiaba de este asunto no era que se había perdido en Navarra un símbolo más de España. No. Lo que más le fastidiaba era que le habían arrebatado un referente de un recuerdo muy íntimo.
Se acercó y me dijo al oído: “yo perdí la virginidad debajo de ese Toro de Osborne, el de Tudela”. Y añadió: “fue una experiencia tan bonita que, desde entonces, viajando por las carreteras de España, cuando veo un Toro de estos, miro de reojo a mi pareja y le digo: ‘¿vamos?’. Y casi siempre lo volvemos a hacer”

Y no me extrañé. Estoy convencido de que como el suyo hay muchos otros casos. Los Toros de Osborne han ejercido de pararrayos sexuales para muchas parejas a las que pillaba el apretón del deseo durante un viaje, o que no tenían a mano mejor sitio para hacer el amor.

Y esto tenían que saberlo los niñatos de Ernai. Pero les revienta que mucha gente disfrute de la vida y del amor movidos, azuzados por ese símbolo sexual (desde el Paleolítico) que es el toro, el de la Piel de Toro. ¿Qué quieren, que nos ponga la chalaparta?
En el fondo son unos santurrones, beatos y estrechos, como su tatarabuelo Sabino Arana:
Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civiles y sentiréis regocijarse el ánimo al son del "txistu", la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la más loca alegría; presenciad un baile español y si no os causa náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza.
Pues va para ellos este vídeo en el que se muestra a las claras el papel que están jugando derribando el Toro de Tudela: el mismo papel que José Luis en "Jamón, jamón": cornudo y despechado, el de represores sexuales, nuevos falangistas y defensores de la moralidad (vasca, por supuesto):



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