lunes, 3 de febrero de 2014

Pamplona, casa de Zumalacárregui: un barandado "cañón"

Antes de la restauración (imagen de Google)
La casa "de" Zumalacárregui
El jueves 30 de enero de 2014 saltaba la noticia de que la vieja casa en la que vivió Zumalacárregui se había
transformado en un edificio domótico. Las obras han respetado la parte de la fachada donde se encuentran los miradores y el escudo abacial del Monasterio de Urdax, de la Orden de los Premonstratenses, a la que pertenecía el edificio cuando D. Tomás salió de ella por el Portal de Francia el 29 de octubre de 1833 (así dice la placa en dicho Portal) para ponerse al frente de los ejércitos carlistas.
Iñaki Lacunza, Trovador de Pamplona, en un bellísimo tango dedicado a esa Puerta del Abrevador, nos recuerda esa salida:

un día que, embozado, la cruzó un general, 
en servicio a Don Carlos, para alcanzar gloria
y ser inmortal.

La preocupación por el futuro del número 25 de la Calle del Carmen siempre ha estado en la mente de todos los pamploneses. Y no sólo de los pamploneses. Este recorte de La Vanguardia (2ª columna, final) de hace 44 años así lo confirma.
Tras la restauración
Un barandado cañón
Y la misma noticia de La Vanguardia anticipa acertadamente "una particularidad curiosa y digna de reseñar, y es la de que los barrotes del barandal de la escalera son viejos cañones de fusil" (Juan José Martinena, Historias y rincones de Pamplona).

Yo, en mis ensoñaciones, alimentadas porque había leído que eran de las guerras carlistas y que, cuando fue construída la barandilla, hasta llegó a salir un tiro de uno de ellos (cosa harto difícil sin percutor), llegué a pensar que, el mismo día que Zumalacárregui salió por el Portal de Francia, bajó las escaleras apoyándose en ese pasamanos.
Pero el mismo Juan Martinena me ha hecho poner los pies en tierra. Cuando en 1833 Tomás Zumalacárregui dejó esa casa (ya para siempre), la propiedad de la misma estaba, como hemos dicho, en manos del Monasterio de Urdax, y Tomás no era más que un simple inquilino. Habrá que esperar, como mínimo, a la Desamortización siguiente, la de Mendizábal, en 1836, para que el nuevo dueño de la vivienda confiscada a los monjes hiciera reformas y colocara, como inusitado soporte del barandado, esos cañones, adquiridos como chatarra, procedente de material inutilizado del ejército. Y digo como mínimo porque dichos cañones podrían proceder también de la segunda (1846-49) o, incluso, de la tercera (1872-76) Guerra Carlista.

Sea como fuere, hoy en día la barandilla y los cañones ya han sido retirados y, desgraciadamente, los expertos de Príncipe de Viana y los del Museo del Carlismo han concluído que no tienen mayor interés, según cuenta el Diario de Navarra del 30 de Enero pasado.


Pero Desolvidar no se rinde fácil, y previendo lo que podía pasar con esa vieja escalera, en 2012, gracias a las gestiones de mi hermano Ramón ("Desolvidadizo Mayor del Reyno"), consiguió entrar en esa casa, cerrada a cal y canto, y sacar imágenes de la escalera, la barandilla, los cañones... para que cualquier pamplonés, amante de las cosas de la Vieja Iruña, pueda contemplar esa escalera que, en su lugar original, ya ha desaparecido.
Y no sólo eso, sino que he ido a ver la obra que se está terminando y he observado que en el portal se ha dejado un par de vanos alargados que, aunque el arquitecto dice en D.N. que son para colocar alguna imagen del Portal de Francia, bien podrían albergar también algún tramo de la increíble barandilla.

El vídeo y la canción
En el vídeo deshacemos el camino que siguió el general Zumalacárregui: partimos de la Puerta del Abrevador y enfilamos la Calle del Carmen buscando el número 25. Subimos un primer tramo de escaleras y accedemos al mirador desde donde echamos una ojeada al Portal desde el que hemos venido. Y a continuación contemplamos con todo detalle (telarañas incluídas) los cañones del barandado.
Nos acompaña en nuestro paseo una vieja canción que apareció en 1872, al comienzo de la 3ª guerra carlista, cuando el Rey don Carlos VII se acercaba a España (para entonces ya estaría colocado el barandado cañón).


Cálzame las alpargatas

Cálzame las alpargatas,
dame la boina, dame el fusil;
que voy a matar más guiris
que flores tienen mayo y abril.
Que yo me voy, que yo me voy,
que yo me voy a la facción,
a defender la bandera
de Don Carlos de Borbón.
Caballero en su caballo,
viene Don Carlos, ¡ay, que primor!
La boina flotando al viento,
y entre sus manos lleva una flor:
es la reina Margarita,
de Parma la más bonita;
entre las flores bonitas
y entre las reinas es la mejor.


Nota sobre "guiri": hay otras versiones sobre el origen de esta palabra, pero tanto Corominas como el DRAE aceptan ésta que aquí exponemos. En la Primera Guerra Carlista al bando gubernamental se le llamaba isabelino o cristino (por la reina regente Mª Cristina). Para el carlista de habla vasca el sonido "cr + vocal" resulta difícil de pronunciar, y lo mismo que "cruz" ha dado "gurutze", "cristino" lo pronunciaban "guiristino" y abreviando, "guiri".

Pero vamos ya a ver ese vídeo:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante la entrada, como todas las que vienes elaborando sobre nuestra querida y vieja Iruña. Te felicito una vez más y me alegro de que esas notas que te pasé sobre la marcha el otro día, sacadas en parte de ese libro mío que citas, te hayan sido de alguna utilidad.
Un abrazo

J. J. M.