viernes, 21 de diciembre de 2012

Mis murallas (y 3): Iñaki Lacunza

1. Con los cordeleros
Durante toda mi infancia formaron parte del paisaje del Redín. Todavía lo estoy viendo al señor Elizari, andando hacia atrás, sacando de su cinturón de esparto las hebras que luego, milagrosamente, se convertirían en cuerdas.
Con todos los hermanos que éramos (y bastante moviditos), a pesar de tener que compartir el espacio del Redín, jamás tuvimos el más mínimo roce con los Elizari. Guardaban la mayor parte de aperos en la caseta de piedra, pero alguna vez, bajaban por el túnel que va al pie de la muralla y abrían el portón. Y me dejaban curiosear.
Quienes sí tuvieron algún problemilla eran mis hermanas. Algunas veces, cuando pasaban debajo de las cuerdas, que giraban a gran velocidad, sus melenas quedaban enganchadas y tenían que parar la rueda.
Imagen de 1965. Hacía 5 años que nos habíamos ido del Redín
También tenían los cordeleros una perra un poco puñetera. Se llamaba la Perla. Y una vez le dio un buen tarisco en el culo a una hermana pequeña. Estoy convencido de que aún guardará la cicatriz. (Vaya, acabo de hablar con ella por tfno. y me dice que casi ni se acuerda. Mejor)
Actualización 2015: de la película de Antonio Ruiz "Lo que va de ayer a hoy" os pongo este trocito entrañable:
2. Petete y Francisco
Fueron mis mejores amigos durante la infancia.
Petete vivía en el Arcedianato (pincha en esta maravilla), una entrada preciosa desde Dormitalería al Claustro de la Catedral, un lugar mágico que alguien decidió que había que arrasar para hacer las nuevas casas de los canónigos.
Perteneció, como yo, a la Edad de la Madera: solíamos mangar de la carpintería (creo que el dueño se llamaba Abadía) que estaba enfrente de mi casa, del 18 de Dormitalería, y al lado de la suya, algunos listones para hacernos espadas. Más de una vez nos pillaron y tuvimos que salir pitando. Había un empleado mudo al que creo haberle oído gritarnos.
¡Qué rabia, Petete! te me has ido
sin haber podido reencontrarte
Y también perteneció a la Edad de Piedra: un día recorrimos el Biru (llamábamos así al baluarte del Labrit. Tal nombre no debe de ser muy correcto porque ni el mismísimo Martín Larráyoz lo conocía. Nota: sobre el nombre de Biru, ver, al final, "El Biru: el punto más alto de Pamplona") saltando todas las cañoneras. Había una que era mucho más ancha que las demás y allí se la dio el pobre Petete.
Francisco era un enamorado del encierro. Seguramente porque vivía en Mercaderes. Íbamos a los corralillos de Santo Domingo, especialmente cuando ya estaba puesto el vallado, y, sin cantar el "A San Fermín pedimos" (aún no era popular), imitábamos el sonido del cohete (¡fsssshiiiii pum!) y salíamos zumbando, cuesta de Santo Domingo arriba, dirigiendo con el periódico (¡je toro!) a imaginarios morlacos.
Francisco pertenecía también a la Edad de Hierro: lucía en la cabeza la blanca marca que le dejó un certero lanzamiento del manojo de gigantescas llaves por parte del portero de la Catedral ("¡que cierroooo, que cierroooo!"). El bueno de Francisco estaría recortando en el atrio imaginarios toros y no se enteró de la presencia del amenazante cancerbero.

3. Plazuela de San José
Siempre la consideré un lugar de paso, entre mi casa de Dormitalería y el Redín, donde solíamos estar habitualmente. Pero había épocas en las que esta discretísima plazuela cobraba mucho protagonismo.
3.1 ¡Vamos a ver los curriños!
Nicolás Ardanaz 1959 los curriños
Seguro que a los niños de ahora esta palabreja no les dirá nada. De hecho, yo también la tenía olvidada, pero ella solita ha sabido venir a mi mente esta madrugada. Llamábamos curriños a lo que hoy se llama guiñol, títeres, marionetas. Era la plazuela de San José un lugar tan acogedor que, después de sanfermines, se convertía en un teatro al aire libre. Chacolí, Gorgorito, Rosalinda, la bruja Ciriaca... hacían nuestras delicias en los años 50. Recuerdo haber visto la misma representación (una que era en el fondo del mar) a la tarde y a la noche, de tanto que me gustaba. Hasta que llegó alguna hermana mayor y me dijo: "¡hala, Pachicu, a casa!".
Y me he quedado gratamente sorprendido al saber que, más de 60 años después, las marionetas de Maese Villarejo siguen al pie del cañón, con el mismo escenario, los mismos muñecos... y la misma ilusión. A ver si os recuerda algo:


3.2 Una fecha clave: 13.12. 58 (la noche anterior a mi cumple)
Eso de tener varias hermanas mayores que yo era, a veces, un chollo. "¿A qué hora van a ir tus hermanas al Redín? Vamos a llevar los moldes para hacer figuricas de escayola". Yo, por supuesto, no me enteraba de nada. Pero siempre tenían algún detalle conmigo los chicos mayores, si les daba bien la hora a la que íbamos al Redín. Antonio, Manolo... eran unos chavales muy majos y siempre se portaron muy bien conmigo.
Una mañana temprano llegué a la sacristía de San Juan Bautista (también Jesús y María, la parroquia de la que era monaguillo) y les dije a mis compañeros, curas, sacristán...: "¿No vais a felicitarme? Hoy cumplo 9 años...".
Y un monaguillo mayor (no digo el nombre, y no porque no me acuerde), que vivía en la Calle del Redín y que obligatoriamente tenía que pasar por la Plazuela de San José para ir a casa, saltó a limpio grito: "¿ 9 años? ¡y ayer fumando!".
Y mira que estábamos bien escondidos, en un rincon de la plazuela y, además, era de noche. Recuerdo que mis amigos mayores me estaban tan agradecidos que me hicieron fumar (y tragarme el humo) mis tres primeros cigarrillos. Llegué a casa más blanco que la cera.
3.3 Iñaki Lacunza: "Plazuela de San José"
Lo de Iñaki es que no tiene nombre. ¡Cómo sabe tocarnos la fibra a quienes hemos vivido la infancia en la Parte Vieja! Pues sí, para Iñaki, el Trovador de Pamplona, no ha pasado desapercibida esta recoleta plazuela (que ni siquiera llega a plaza) y le ha dedicado una canción preciosa. Y como, además de artista, es historiador, nos ha vuelto a dar una pequeña clase de historia, de nuestra historia:

"Plazuela de San José"
 Plazuela linda, rincón encantado,
Volver a encontrarte me hace tan feliz,
Gozar contigo, a ritmo pausado,
Momentos de ensueño invita a vivir.

Dejar la prisa escapar de mi lado,
Escuchar el arrullo del agua al caer,
Sentarme a tu abrigo, evocar añorando
Tiempos de estudiante, sentirte otra vez,
Por tu dulce hechizo estar atrapado,
Plazuela hermosa de San José.

Tan distinguida, tan recoleta,
Humilde belleza, leal compañía,
A la sombra ilustre, amiga discreta
De la catedral de Santa María.
 Velas con cariño, ante ella tendida,
La gótica puerta que labró un maestro,
El más afamado, el mejor artista
Del noble monarca Don Carlos Tercero.

Juegos de niños junto a tu fuente,
La callejita de Salsipuedes,
Pompelo oculta bajo tus pies.

Rumor de gentes, de peregrinos,
Paz de conventos, voces de ayer,
Bohemio embrujo de un mercadillo,
Caballo Blanco, Lome de Tournai,
Un placer siempre quedar contigo,
Plazuela hermosa de San José.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que bonito!, me encanta cuando escribes de estos rincones tan nuestros, aunque unos años más tarde (nací en el 65)yo también disfruté de la plazuela ,ya te conté que mi madre nació en el Nº 5, frente a las escalerillas de la Catedral, y cuando te leo parace que la estoy escuchando.
¡Gracias Patxi!

Anónimo dijo...

Una vez más: Gracias Patxi.

Me siento, en cierta medida, colaborador indirecto en las cosas de nuestro trovador, que nos hace pasar unos "momenticos" deliciosos, sin olvidar en ningún momento a su cuadrilla de cofrades, siempre dispuestos a echar la "manita de rigor".

Un abrazo muy gordo.
J.M.L

desolvidar dijo...

Recuerdo perfectamente que me dijiste que vivió tu madre en la plazuela. Me pasa como a ti: no puedo quitarme la infancia de la cabeza. Gracias.
Josemari, tú eres el culpable de todo lo bueno (y lo regular) que hay en Pamplona. Vaya embarcada en la que me has metido!!!

desolvidar dijo...

Pero, qué bonito, Patxi! Ya me explicaras algún dia de donde sacas esas imagenes tan preciosas y entrañables . Eso si , la camarica no se queda atras con ese barrido magistral de la Puerta de San Jose .Estas hecho un autentico cineasta. Un abrazo Patxi y larga vida a Desolvidar

Un abrazo y muchas gracias

Anónimo dijo...

sin palabras me he quedado yo para , decirte !campeon!,,lo que me ha gustado esta tercera entrada de Mis murallas., desde los cordeleros, pasando por el Redin , la perrita " Perla, que mordió a tu hermana, pero con la plazuela de San Jose he alucinado ¡ vamos a ver a los !curriños!,,,.
Nueve años y eras monaguillo ¡ hoy me parece mentira! Como cambia la vida y fumabas ala.....
Iñaqui si toca la fibra con esa guitarra ,esa letra y esa voz tan bonita que he oído tres veces, y al final me propuse sacar esa música y la saque con mi guitarra , pero hay que dar al Cesar lo que es del Cesar, aunque me llamen forofa, pues si lo soy ,patxi es un gran cineasta podría ir a por el Óscar,,!¡que bonito la Catedral ,el mercadillo ,la Plazuela de San Jose y todo con vídeos perfectos, estoy orgullosisima de mi amigo Patxi un abrazo muy muy muy fuerte, te mereces lo mejor
Alma

ramon dijo...

Pues yo sí que me acuerdo del mordisco de la perla, pero nó a una hermana, que ella no recuerda, sino a mí. Le cogí, no ya miedo, sino pánico, afortunadamente superado con el tiempo.

Echenique dijo...

Muy hermosa la canción de Iñaki Lacunza ! La seguiré escuchando con mucho agrado !

Fernando Zelaia dijo...

El monaguillo que te delato, no serie por casualidad, el hijo de los cuidadores de los ciervos del redin?

desolvidar dijo...

No, Fernando,era el hermano de Conchita I. Vivía en la calle del Redín y me vio al pasar por la Plazuela de San José

Anónimo dijo...

Maravilloso,siento la magia de lo viejo, leyendo sus historias ,para mí también tienen grandes recuerdos estás calles