sábado, 27 de agosto de 2011

J.M. Romera: E. Cáceres, J. Leiber, J. Brel

De izda. a dcha. Patxi, Vicente y Josemari. Oñate, curso 77-78
Hoy José María Romera ha escrito en su columna de La ventana un artículo que me ha conmovido. Me ha gustado especialmente su afán por desolvidar a dos grandes músicos, recientemente fallecidos, cuyas melodías nos han tocado muchas veces el corazón.
Y, como ejemplo, nos trae Josemari dos canciones muy representativas de cada uno de ellos que bien pudieran formar un triplete con el "Ne me quitte pas" de Jacques Brel.
Cuando he leído el artículo de Romera, me he dado cuenta de las limitaciones de la prensa escrita ya que no he podido escuchar las creaciones de esos tres aristas. Para que nadie más se quede frustrado, ahí va el artículo añadiendo los "epitafios sonoros":

Con pocas horas de diferencia han muerto esta semana dos músicos formidables. Uno se llamaba Jerry Leiber y el otro Enrique Cáceres.
Quizá los nombres no digan mucho, pero si hubiera epitafios sonoros poca gente dejaría de sentir un escalofrío de emoción familiar al oírlos.
Cáceres fue el vocalista principal de Los Panchos, aquel trío que cantaba boleros tan conmovedores como “Sin ti”. La canción habla del miedo a la ausencia del ser querido, uno de los universales poéticos de todos los tiempos, que en las guitarras y las voces de Los Panchos suena como un desgarrón afectivo de dimensiones cósmicas.

Leiber compuso una balada que viene a expresar lo mismo: “Stand by Me”, que se podría traducir como “No me dejes”. Hay un puñado de canciones mágicas que han hecho compañía a personas de todas las partes del mundo y se han instalado en las grietas de su biografía sentimental sin distinción de edades, culturas, gustos y geografías, y “Stand by Me” es una de ellas.


Lieber y Cáceres eran dos hombres mayores sobre quienes la ley del tiempo no se ha mostrado especialmente injusta. Se han ido tal vez cuando les tocaba, ni antes ni después. De hecho, esa forma anticipada de la muerte que es el olvido ya había empezado a hacer su trabajo sobre ellos desde hace unos años.
Pero dejan aquí un rastro de eternidad. Mientras haya hombres y mujeres que vibren de dulce melancolía o de honda tristeza al oír cualquiera de esas composiciones, su música ocupará un lugar tal vez más cierto que el de la existencia o el de la fama. Es la gloria de los grandes bardos populares, de los juglares modernos dotados de talento para sintonizar con las emociones comunes.
Tal vez, quién sabe, Cáceres y Lieber hayan ido al Olimpo de los músicos para hacer trío con Jacques Brel, el autor de la imprescindible “Ne me quitte pas”, instalada también en el espacio sentimental de “Stand by Me” y “Sin ti”.

Aquí quedan las notas de sus piezas flotando suspendidas en el aire, destinadas a perdurar al menos mientras los humanos conservemos una brizna de sensibilidad.

2 comentarios:

Júlia dijo...

A veces somos injustos con la música, conocemos la canción y desconocemos a su autor. No es el caso de Brel, inolvidable.

Dolores Alonso dijo...

Muchas gracias por estos tres epitafios sonoros, que son realmente preciosos. El de Jacques Brel, impresionante (qué bonito es el idioma gabacho para las canciones de amor).